jueves, abril 21, 2011

Palmera, Olivo y Romero

Me levanto temprano, muy temprano para alcanzar a dejar lista algunas cosas antes de partir a la oficina. La reunión parte a las 8:00, así qué a las 7:15 tomo un taxi de modo de asegurarme de llegar a tiempo. A mitad de camino el taxi choca, el chofer se baja del auto a increpar al otro chofer, patadas van y vienen, buscan a carabineros, y ya luego de unos 15 minutos logre bajarme del auto y salir rajada a buscar como llegar a la famosa reunión. 8:20 de la mañana, el chofer del Jefe que oficia de “Secretario”, le reitera que yo espero afuera, el Jefe responde: Bien. Sigo conversando con el secretario de piernas peludas, para hacer más a mena la espera. 8:40 voy a mi oficina aburrida de esperar.

Es un día sobreexigido, cansador. Me detengo a pensar en si ya me cansé de tener miedo a qué me despidan, o que algún Opus, o un amigo Legionario, o su vecino de Schoenstatt, vaya a encontrar alguna peculiaridad insostenible para que siga laborando acá. El día avanza y no tengo ganas de seguir pensando en “estos” hijos de Dios.

Son cerca de las 17:30, decido ir a buscar unas pinturas que mandé a enmarcar. Tomo un taxi para ir a casa, resulta imposible desplazarme con el peso de los cuadros, y además estoy cansada, algo abatida. Estando ya en la entrada de casa, un hombre con una enorme hoja de palmera se me acerca y me pregunta: ¿Tiene ramas de olivo?, le respondo que no mientras hurgueteo en mi cartera buscando las llaves y con los pies sostengo los paquetes con las pinturas. Él se acerca un poco más y pregunta, ¿Y ramas de romero?, entre que lanza la segunda pregunta logro encontrar las llaves y comienzo a abrir la reja, equilibrando la cartera, los cuadros, me volteo a responderle que el romero se demora demasiado en crecer, y pienso que se avecina el domingo de ramos… y empieza a quedar la cagada.

-Los perros se me arrancan-

Y bueno, mi perro agarra a otro perro que le había dado por instalarse fuera de la casa, y comienza la pelea, más bien no hay pelea, mi perro se lanza sobre el otro y comienza a morderlo furiosamente, se me cae la cartera, los cuadros, el hombre arranca, trato de tranquilizar a mi perro y en eso agarra papa mi otro perro y se abalanza también sobre el perro callejero. No suficiente con eso, y luego de dejar al otro perro herido, se lanzan a morder el perro de la vecina. Escucho gritos, escándalo, trato de separar a los perros sin resultado, se llena de gente curiosa mirando el maravilloso espectáculo, dejo todo tirado y trato de entrar a la casa, doblo la llave de la segunda puerta, pero logro entrar para sacar un trozo de carne para ver si eso hacía entrar a mis perros, salgo y veo todo blanco, soy incapaz de sostenerme, me apoyo en la pared suplicando que las cosas se calmen, pero no se calman y creo que voy a desmayarme.

Finalmente, logro que mis perros entren a la casa, los encierro, vuelvo por mis cosas a la calle, mientras el escándalo a fuera prosigue: Perros asesinos me gritan en la calle, hay que matar a ese perro grita la vecina. Entro a casa y luego llegan los carabineros de la nación. Lloro, no puedo controlar el llanto mientras los carabineros me toman los datos, y me dicen que deben notificar a fiscalía por mi perro de raza peligrosa, y explica y explica cosas que apenas retengo mientras sigo llorando. Me disculpo, asumo mi responsabilidad, acepto pagar la atención médica del perro de la vecina, insisto apoyada en la veracidad de la afirmación, que mis perros jamás salen a la calle, que fue un accidente, una torpeza de mi parte, y que no volverá a ocurrir. Luego de que todo parece estar ligeramente más tranquilo, veo al hombre de la rama de palmera parado enfrente contemplando el desastre…

Ayer, una semana después del “evento”, llevé la boleta del veterinario a carabineros para constatar que me había hecho cargo de la salud del perro de mi vecina. El paco que me atiende se ríe o burla de la situación, insiste en que no tiene sentido que deje constancia del evento… no es necesario, porque no hay registro el procedimiento y no hubo denuncia por parte del carabinero que fue a verificar el suceso. Me dieron ganas de buscarlo y darle las gracias, pero mejor volví a casa. Finalmente me pareció que aquel miércoles… sólo fue un pésimo día.

No hay comentarios.: