martes, abril 26, 2011

Alas de Cera

De pie al borde del acantilado, me encucliyo para recoger en ambas manos un puñado de tierra. El sol comienza a esconderse y el horizonte se ve lejano. Abro los brazos alzándolos hasta la altura de los hombros, cierro los ojos, y dejo escapar la tierra entre mis dedos.

Canta Aimee Mann…

You look like a perfect fit
For a girl in need of a tourniquet

But can you save me
Come on and save me
If you could save me
From the ranks of the freaks
Who suspect they could never love anyone…

Luce perfecto e impecable, pero todo aquello son simplemente recuerdos agitándose en la memoria.

Un viento fuerte lanza mi cuerpo en dirección al sol, y a punto de dejar que el impulso alcanzado me lance a las fauces del mar, una mano afirma con fuerza mi brazo deteniendo la caída.

Es el griego. Imponente, y desafiante.
Sus alas lucen relucientes…
¿No vas a detenerte?,
¿No vas a decir ya es suficiente?

El Griego sonríe; me cuenta una historia que preciso olvidar. Un fragmento decía: Las alas vuelven a crecer… una y otra vez, a pesar de que las corte. Ahí están las alas cada mañana nuevamente.

Un par de alas de cera. Alas que lo dejan volar pero no demasiado alto… porque si alza el vuelo en dirección a las nubes, el sol implacable las derrite.

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