martes, abril 18, 2006

Un descanso en letras minúsculas

Alguna vez puse un cigarro encendido sobre mi mano hasta que el dolor contenido chamusco la piel.
Alguna vez alguien me explico que era para localizar la angustia en un dolor en particular.

-Detesto sentir que mi Dios me ha estafado-

Anda y junta un poco de arena
Arma un saco de esos que nunca sé como se escribe su nombre y que cuelga en el patio de mi casa…
Luego que lo tengas hecho ve y golpéalo con fuerza o bien llénalo de alfileres y conviértelo en un mono vudú.

Da lo mismo si piensan que estás un poco borracha.
Yo sé que las penas también emborrachan.
Yo sé que el corazón no sólo queda con marcas después de un preinfarto.
Si no es suficiente, también puedes meter un par de dedos a tu garganta y vaciar el estómago, a veces eso también ayuda.

Una amiga le dice a otra amiga:
Él ya tiene otra mujer.

La misma amiga le dice a otra amiga:
Ubícate, tú sólo eres la amante.

Después la amiga de la amiga, de la primera amiga les cuenta del juego aquel: Princesita… princesita… ¿Qué quiere el día de hoy la princesita?.
Yo le dije, que si fuera yo quien respondiera diría:
-Jugar a ser reina de tréboles-
Y por respeto a la occisa, no repetiré las palabras de su juego.

Parir algo más que una idea
Sembrar algo más que semillas
Las horas, el paso de las horas y las marcas en la piel, los ojos que se caen, los pechos que se marchitan, la carne que se hace menos ligera.
Y entonces pensé en un verso que dice algo así como: úsame… úsame ahora.
Sí!. Úsame ahora antes de que el paso de las horas termine por marchitarme
.

La decadencia, el talentoso arte de parecer sólo levemente decadente.
Dejando sólo pequeños espacios para albergar la duda de que existió una vida gloriosa, antes de la decadencia.

Talentos…los talentos lanzados al mar como monedas de la suerte.
Y las horas que siguen pasando.
Y los márgenes se siguen agotando.
Y todo esta como si fuese un libreto.
Y a esperar por las palabras mágicas: Luz!, Cámara, y Acción!

lunes, abril 17, 2006

¿Qué no esta pasando?

Sábado, Portugal con la Alameda 21:30 horas. Íbamos la Lore y yo hablando de la vida, cuando de pronto se siente el impacto. Caminamos un poco más y ahí estaba: Un joven de una edad indeterminada recién atropellado por una camioneta que se dio a la fuga. Quedamos aturdidas, sin comprender mayormente el escenario en el que estábamos. Atiné y llamé al SAMU, sale la grabación: Usted ha llamado… y finalmente la línea contesta. Empiezan las preguntas: ¿Cuál es nombre?, doy mis datos e insisto: Un joven atropellado en la esquina de Portugal con la Alameda. La voz pregunta: ¿Más cerca de la Alameda o de Portugal?. En la Alameda, esta justo en medio de la calle tirado. La voz vuelve a insistir: ¿Esta conciente?. Desde donde estoy no puedo ver, espere trataré de cruzar la calle. Llegamos al medio de la calzada la Lore y yo, esquivando las micros que siguen avanzando y los vehículos que tampoco se detienen, sus zapatos a pocos metros de él. Parece estar conciente, le sangra la nariz…

No se movía… con mi amiga rogábamos que sólo fuera un par de costillas rotas y el susto, la impresión, nos quedamos un poco a la distancia mientras la marea de curiosos se acercaba. Llegó el SAMU y nos fuimos.

Podía ser mi hermano, quizás el tuyo. Quizás tú marido o el amigo de toda la vida. Podría ser sólo un indigente, quizás un Don nadie… ¿Pero que importa?. ¿Cómo se puede ir por la vida dañando de esa forma sin ser capaz de ser responsable de lo que haces?. ¿Cómo nadie puede hacer un alto y “ver”, realmente ver, lo que esta haciendo?. Nos quedamos abatidas mi amiga y yo, mirando ese par de zapatos con cordones que yacían a un metro de él. Parecía tan sólo, tan indefenso…

¿Hasta que punto nos hemos vuelto indolentes, so pretexto de cualquier excusa barata?. La vida se nos escapa a diario de múltiples formas y aún así, parece que nada nos golpea, nada nos mueve, nada nos provoca… Todos en mayor o menor medida al parecer, podemos ir por la vida “atropellando” gente dejándola ahí en medio de la calzada, sin que nada nos importe. Parece que nos hemos acostumbrado a sólo tomar palco de lo que sucede a nuestro alrededor…

miércoles, abril 12, 2006

S & S. Capítulo III: El coliseo romano

Saber primeros auxilios y tener algunos conocimientos básicos de medicina, alargaron mi estadía en la enfermería. Fueron tiempos tranquilos, pero cuando las luces se apagaban no podía dejar de imaginar lo que sería regresar al patio común de la cárcel. Finalmente el día se acercaba y tuve que comenzar a organizar mi regreso.

Un pequeño “descuido” del personal a cargo, me permitió hacerme de algunos recuerdos de la enfermería, entre ellos un par de afilados bisturís que guardé en la basta de mi pantalón. Finalmente el día llegó y tuve que acercarme a la puerta que me llevaba de vuelta al patio común de la cárcel. Segundos antes de cruzar, pedí permiso para pasar por la capilla unos minutos.

Esperé a que me dejaran sola y me senté en la banca frente al Cristo volador. Toqué mi bolsillo y sentí la parte del manual del mormon que aún guardaba, lo apreté fuerte en mi mano y miré fijamente la imagen, y le dije:

“Ojalá me escuches, esta vez es muy serio y con un rictus que percibí muy rígido en mi rostro me acerque y le hablé al oído; Sabes, necesito una señal.”

Le hice un breve repaso de lo acontecido, y me quedé esperando la señal, pero jamás llegó y se acabo mi tiempo. Antes de salir, dejé el trozo de manual sobre la banca y me fui. Estando ya en mi celda, espere un rato más a ver si el Cristo me mandaba alguna señal a distancia, pero tampoco ocurrió. Entonces supe lo que me esperaba. Esta vez si no hacía algo, saldría con los pies por delante y a falta de señales divinas, decidí adelantarme a los hechos.

-Me preparé a entrar al Coliseo-

La noche llegó y saqué de la basta del pantalón uno de los bisturí que robé de la enfermería, lo calce a una hendidura que le hice al mango del cepillo de dientes y lo terminé de afirmar con un poco de pitilla que había conseguido. Luego de eso me tendí sobre la cama y esperé a que el sol saliera.

Cuando la alarma sonó para anunciar el nuevo día, espere a que los grupos avanzaran a los baños. Cuando me aseguré que el comité de bienvenida estaba todo en el baño, me acerque por la espalda a la líder y certeramente le atravesé el bisturí en los pulmones. No supo que la golpeo, la vi caer al suelo y me concentré en las caras de horror de las demás. Levanté los brazos ante la concurrencia…Y esperé los aplausos del Coliseo.

Ahora soy yo quien pregunta: ¿Y perra por qué estás pagando condena acá?. De vez en cuando una dice: Soy inocente, y yo personalmente me encargo de esa paliza. Cuando me preguntan porqué cuando las golpeo lloro, sólo digo que es de pura emoción de recordar mi ingreso a la cárcel… Obviamente nadie lo pone en duda.

jueves, abril 06, 2006

Dígame Maestra…


-Siempre he creído que la felicidad hay que beberla en vaso pequeño y a sorbos lentos…-

Cuando me lancé al abismo, no imaginé cuan gratificante resultaría la primera parte de la “caída”. Volver a hacer clases como Profesora titular de una cátedra en la universidad, ha generado en mí una suerte de felicidad que es difícil de explicar. ¿Quién lo diría no?. Después de todo...las cosas están cambiado.

Gracias especiales a los barristas de esta etapa: Ricardo, Loreto, Johnny.

lunes, abril 03, 2006

Dejándome caer…




Contuve la respiración y miré como la moneda descendía hasta su mano.
Salió cara... tuve que lanzarme