miércoles, julio 01, 2015

Escenas


Escena primera:
Obsesiones, pensamientos que son más fuertes que el cuerpo. Aquello que corre en un instante, donde un día pasa en minutos, y de ser joven y jovial, eres un cuerpo irreconocible en un par de segundos. La historia se agota en menos de 15 minutos,  ya se sufrió y gozó por toda la eternidad en media tarde.

Sobre estimulada-bombardeada después de salir del silencio del hogar. –Todo parece fulminante y violento-.

Escena segunda:
Sentada fuera de casa,  como en aquellos años, apoyé la espalda en el muro y estiré las piernas. Mi índice derecho se entretuvo en dibujar abstracciones-distraídas con la tierra acumulada entre los adoquines, no importó que ese misma tierra llenara las uñas, y ensuciara las manos. Volvía a ser una niña de rodillas peladas y sangrantes. Volvía a correr despreocupada por la calle, a sentir el pelo en la cara mientras arrancaba a toda velocidad antes que alguien dijera: ¡Pinta! O bien ¡Salí!. Cierro los ojos y escucho a la Sra. Roxana: ¿Esta tu mami?, sí esta, pase no más. El ruido del portón al abrirse, el Rin o la Lenka ladrando, el grito de la Sra. Roxana; fuerte y claro: Sra Mirellaaaaaaaaaaaaaaa.

-Pausa-
¿Vamos a los viveros de Renca?.
Nos subimos raudas al taxi Lada que conduce la Sra. Roxana en dirección a Renca.
Los viveros son siempre fríos y tan ¡frescos!
Y me pierdo en las hileras de plantas imaginando que es un laberinto.

Es obsolescente la vida y la felicidad.

Puede ser invierno nuevamente.
Llueve, hace frío, se juega ping-pong en la mesa del comedor grande, o nos refugiamos  bajo el colgador gigante de ropa que papá construyó con listones de madera y llenó de hileras de cáñamo. Ahí dentro hace calor, es una pequeña casa de muros de sabanas, ventanas hechas de calcetines.

Deja de llover y vamos a jugar a las carreras de caballo con astillas o palos que se asimilan a caballos-botes que bajan raudos por senderos de agua acumulada que va en dirección de la alcantarilla. Llueve, llovía, y yo podía respirar. Todo sucedía en horas, en días, en semanas, siempre faltaba mucho para que fuera navidad, nada sucedió nunca en fracciones de segundos. Yo podía arrastrar el cuerpo por el piso de parqué suelto, parqué era mío porque sagradamente lo envirutillaba una vez por semana.

Traté de recordar el color de mi cabello,-el original-, antes de que pasara por una gran gama de colores sugerentes, pero no pude recordarlo, entonces repasé mentalmente las fotografías en las que aun podría saber cuál era la realidad. ¿Cuál era la realidad?. No sé si la pregunta esta correctamente planteada.

(Las obsesiones ocupan por parte mis pensamientos, obsesiones de una tarde o de medio segundo, pensamientos fraccionados y divididos en millones de partes: No tocar, no llorar, no te muevas, si eso es, correcto, avanza, retrocede…-Recordando el parámetro exacto que permitiera avanzar-, El juego “memorice”)

 Escena tercera:
Se detiene el tiempo en un minuto impreciso, -Si pudiera ser preciso volvería a el y lo destruiría-
Obsesiones vertiginosamente sucumbiendo ante un tiempo lineal que jamás tiene principio y menos tendrá fin. Las encías resentidas nuevamente, y para no variar la situación, el lado izquierdo vuelve a reclamar con fuerza la atención que necesita.

¿Qué dice aquella melodía?... Ya lo sé: ¿Puedes hacerme feliz?.
 -Suena a mensaje aspiracional.-

Escena cuarta:
Yo soñaba con ser Yuri… Yo sólo quería ser blonda, y usar vestidos diminutos llenos de escarcha y brillantes. Un vestido rojo, o quizás azul, con ese peinado a lo Farra Fawcett, y botas con tacos lo suficientemente altos para no poder caminar.

Y me sumerjo en el recuerdo de la descomunal felicidad  de saber que México era meridianamente cercano y alcanzable… Cercanía descubierta al ver la ubicación de México en el mapamundi de casa.

¿Cómo marcar el mundo?, ¿Cómo vivir perpetuamente de turista?
-Nunca deseando ser actor principal-, sólo un cameo en la película de mi vida en la que siempre figuro como turista.

Yo te aproximo.
Proximidad, ¿Qué delata su proximidad?, ¿Que lo define como próximo y no como lejano?.
El peso de su ausencia.
La necesidad constante de contener el llanto cada vez que alguno de sus toc –contagiados- me visita inesperadamente.
Aproxímate a mí.
Anúdate a mi cuerpo completamente.
Anuda a tus manos mis cabellos alborotados.
Fractura la obsolescencia que provoca tu ausencia.
Yo te aproximo.