lunes, julio 31, 2006

Nota al margen

De tanto ver blogs súper sofisticados me di cuenta de lo anticuado y modesto del mío. Pensé que podría ser por mi manía de escribir todo lo que puedo con lápiz más que con teclado, pero esa es una muy mala excusa.

¿Debiera diversificarme?, ¿Hacer uso quizás de todas las herramientas tecnológicas a mí alcance para mejorarlo?.

Y sólo llegué a la conclusión de que mejor lo dejo como esta y me aplico en lograr escribir un texto de al menos 3 carillas, con buena redacción e interesante. Si logro eso, quizás me animé a mejorar la calidad y accesibilidad a este espacio virtual.

Eso no más sería.

jueves, julio 27, 2006

Zapatos

Si iba a arruinar mi vida sería con alguien que superara el metro setenta y cinco. Sin duda alguna un tremendo argumento aquel.

Mientras buscaba sostener mi argumento en algo más profundo que la estatura, hacía hora bajo un minúsculo pedazo de terraza, y trataba de no mojarme. Pero la lluvia, que parecía desconocer mis intenciones caía de medio lado mojando mis zapatos a su antojo.

Y proseguían mis cavilaciones:

No, una mujer decente no podía arruinar su vida con alguien que no superara el metro setenta y cinco de estatura. Más aún cuando ella bordea hacía arriba el metro setenta y tres.

Pensé entonces en mis hermanitas de hombre y sus respectivos hermanitos de mujer. Ah si, ya sabes, el grupo aquel incestuoso en donde uno siempre termina compartiendo algo más que el cigarro, el pito o el copete. El grupo aquel que se mueve sinuosa y sigilosamente entre los márgenes de la inmoralidad. Mi pequeño universo paralelo radicado justo entre sodoma y gomorra. Nosotros los que incestuosamente pecamos intercambiando fluidos y nos hacemos más hermanos y cada vez menos amigos. En donde graciosamente cuando los grupos se dividen comienza el pelambre a destajo de los atributos de una u otro con quien compartiste más de un catre o en su defecto algún rincón oscuro en alguna de las reuniones.

¿Qué más da? Y si sólo argumento con: No quiero ampliar el número de integrantes mí ya “amplia” familia. Quizás suene a poesía, si total buenos y sanos jamás ninguno comenta sus incestuosas relaciones, todos partimos escribiendo y hablando de nuestra frondosa amistad, que por cierto cae a pedazos cuando alguna de las integrantes resultó inesperadamente embarazada y nadie quiere hacerse cargo del muerto, más bien de la guagua. Y después todos somos tan felices siendo “tíos”

-Y llovía, y mis zapatos cada vez más mojados-

Las cavilaciones segundo a segundo sólo conseguían sumergirme cada vez más en el infierno, pero no lograban dar con un argumento razonable. Entonces lo vi aparecer entre la multitud, y supe en aquel instante cual era la razón que buscaba para dejarlo:

No puedo, no puedo quedarme con quien deja que mis pensamientos se mojen aún más que mis zapatos. Y antes de que él me viera en aquel pedazo de terraza esperándolo, cogí mis argumentos y me fui.