miércoles, junio 27, 2007

Capitalizar una crisis



La crisis en un sentido positivo representa una oportunidad. -Una pista con vehículos que transitan en ambos sentidos-. Oportunidad(es) para quien es capaz de beneficiarse de la crisis del otro (Primer sentido de la vía), y oportunidad para el individuo en crisis quien en el mediano-largo plazo puede experimentar un aprendizaje que le permita transformar la crisis en una fortaleza(Segundo sentido de la vía).

Transformar la crisis en fortaleza requiere de elementos o características en el individuo que le permitan entender el proceso, internalizarlo y sacar partido del cambio que su existencia esta experimentando. Dentro de esas características individuales necesarias para auto-capitalizar la crisis esta la resiliencia.

Un individuo resilente es capaz de levantarse a pesar de la adversidad, contrariedad, y obstáculos. Un creyente podría asociarlo a ser un “Hombre de Fe”, claro es el ejemplo de Job quien a pesar de ser sometido a innumerables pruebas por parte de Dios es capaz de salir adelante. Hoy diríamos que Job tenía una altísima capacidad de recuperación, Job sería un individuo resilente. Un individuo que es capaz de recuperarse y no sumergirse en la adversidad, un ser que es finalmente capaz de auto-capitalizar la crisis.

Hoy en día la sociedad nos obliga a ser individuos resilentes, pero no nos entrega las herramientas necesarias para formar una capacidad, virtud, fortaleza que resulta imprescindible para avanzar en un entorno muchas veces adverso y agresivo. La disciplina, una educación religiosa, vínculos espirituales fuertes, principios etc, son alimentos que en mayor o menor medida establecen un piso sobre el cual sustentar un individuo “fuerte”, capaz de volver a sus orígenes a pesar de las presiones que distorsionan su esencia o intentan moldear su estructura de acuerdo con los intereses particulares del otro o bien de la sociedad o grupo social al cual desea acceder.

Levantarse a pesar de no experimentar alivio, levantarse y tener la esperanza de que en algún minuto las cosas se perciban positivas. “Estar de pie cuando las cosas cambien”, “Salir fortalecido de la crisis”, “Tener una visión de futuro”, “Apostar al futuro”, son frases que se escuchan cada vez con más frecuencia en una sociedad que se percibe en constante crisis y que al parecer nadie es capaz de capitalizar.

Miro a mí derecha tratando de averiguar quien esta intentando –desde la otra vía- capitalizar la crisis en la que estoy, y luego miro a mí izquierda y veo un balón dando bote en un área sin barreras, sin obstáculos esperando a que alguien de el puntapié y anote el certero gol.

lunes, junio 25, 2007

Las horas



Cuando es de Mañana
Come maní con coca-cola, y dice: Estoy que fumo un cigarro, para hacer aún más continental mí desayuno.

Cuando es Almuerzo
Fideos de espinaca con salsa blanca o pizza vegetariana,
Vino blanco o Coca Zero
Té con sabor a limón o agua de cedrón.
El juego es tratar de no quitarse casi nada de ropa.
Y entrar en pánico y decir: Debieras quitarle las llaves de la casa a tú mamá.

Cuando es la hora de Once
Compra pasteles a pesar de que prefiere las cosas saladas.
Y el acto romántico de nuestra tarde es preguntar: ¿Quieres llevar “La Segunda”?
Después destrozamos los sistemas de calidad, las normas ISO 9001-2000.
Le gusta que lo toque usando mis lentes.
Y usa crema chantilly, sólo por que a mí me gusta.

Cuando es Noche
Lo recibo muy compuesta en la puerta.
Se acomoda en el sillón y le pregunto ¿Que te sirvo?
Pues nada, estoy que muero de sueño.
¿Y si me pongo una falda para servirte?
Se queda en silencio
Reitero la pregunta: ¿Y si me pongo una falda para servirte?
Sonríe incrédulo, y lanza un bueno ya.

En un par de minutos el atuendo es: Blusa abierta hasta la altura del ombligo, minifalda, medias con liga, botas. Todo de un impecable negro. Antes de salir de la habitación lo miro sin que lo note y ahí esta como siempre tendido sobre el sillón, acomodando sus lentes de contacto, entonces antes que la duda cruce por mis pensamientos, salgo por el pasillo, y vuelvo a preguntar ¿Que te sirvo?.

En los Intermedios
Un hombre liviano, un hombre con alas.
Un hombre que pueda arreglar sus propios desastres.
A veces sólo voy y pregunto.
Otras tantas sólo miro hacía otro lado y dejo los espacios en blanco.
Debe ser por eso que me agradan las pruebas con preguntas de selección múltiple:
-Ahí uno siempre puede responder lo que le venga en gana-
-Aunque sea una contradicción-

miércoles, junio 20, 2007

Hasta la vista Baby…




Aunque la despedida fue digna de un farandulero, seas prácticamente un socialité y sólo sea un año el que estarás “fuera” (Porque probablemente seguirás escribiendo para un pasquín nacional y/o revista, y/o ambas cosas). Yo –anónimamente- te extrañaré.

martes, junio 19, 2007

Un poco de humanidad

Hace unos días me llegó un mail con el monologo de la mujer moderna que por cierto entre broma y broma hay unas cuantas verdades por ahí. Dentro de ese contexto en mi pasada por el gimnasio pensé: ¿Has oído palabras más maravillosas que: ¡Qué delgada estás!?. De pasó me di cuenta y le comenté a una compañera de gimnasio lo delgada que se veía y ella maravillada ante aquellas poderosas palabras sólo atinaba a sonreír y decir que aún le faltaba bajar 2 kilos más y le agregó un sinnúmero de frases que uno siempre repite ante aquellos cumplidos. Pero mis palabras más que un cumplido eran una aseveración, esta realmente muy delgada.

Todos los días me levanto a las 5:30 de la mañana para ir al gimnasio y después ir trabajar. Lunes, miércoles y viernes hago spinning y martes y jueves ripping y body balance. En promedio ejercito poco más de 1 hora al día. Hago deporte porque me gusta muchísimo, me mantiene despierta, ágil y me ayuda un poco con el tema del peso. Hace unos años entré en fanatismo, tuve personal trainer ejercitaba 7 veces a la semana, hacía dieta y me ayudaba a capear el hambre con sibutramina. Ha sido una de las pocas veces en que de sólo mirarme al espejo me maravillaba de mi aspecto y toda esa inalcanzable ropa de la vitrina tenía calce perfecto.

A propósito de la imagen de la compañera de sacrificios y sudor, me quedé divagando en las posibilidades ciertas de que alguien me dijera por estos días: ¡Ohh qué delgada te vez!; resultado: Ninguno. Eso en base a que por ejemplo mis amigos los granos y semillas son infaltables 2 veces por semana en mi almuerzo. Otro día de la semana me pego el pique a casa de mi mamá y como sagradamente guatitas a la jardinera o bien pescado frito. Las carnes rojas y blancas no gustan mucho, soy mala para la comida chatarra y esos son los únicos grandes plus en mi alimentación.

Yo creo que la mayoría de los hombres no tiene idea el suplicio que es mantenerse bien. No sólo por el tema del ejercicio, las cremas, las dietas, andar peinada, etc. Sumado a que tienes que ser simpática, hablar fluido, tener miles de temas de conversación, ser inteligente, divertida y un interminable etc. Dentro de esa nueva “escala de valores” y “escala de necesidades” masculina, mí ubicación no es de las más altas,la competencia cada vez es más dura, descarnada y comiendo legumbres, pescado frito y guatitas a la jardinera, difícilmente subiré rápido en la escala, eso implica que cada vez resulta más difícil conseguir citas, pololo o un hombre que este realmente interesado en vincularse afectivamente con las que no tenemos el vientre del todo plano y que ya pasamos los 30 años. –Como definitivamente es mi caso-

¿Qué hacer entonces?, incluso me parece casi increíble que haya gastado una parte importante de mis últimos días dándole vuelta a este asunto (Sumado a los otros cientos de “asuntos” que generalmente transitan por mi cabeza). ¿Debiera sumarle a mi rutina de ejercicios: Dieta, sibutramina, personal trainer?. Lo conversamos largamente con una amiga y llegamos a la misma horrenda conclusión: Sí, vale la pena. Entonces miro mi termito lleno de unas deliciosas lentejas que cociné ayer y pienso en que es mejor dejarlas si el objetivo final es avanzar en la escala de necesidades masculina. Si no lo otro sería preguntarle un poco al viento: ¿Usted pololearía con alguien como yo?.

jueves, junio 14, 2007

El grito

Por favor grita –le dije-
Grita con fuerza, no dejes que se queden atrapadas entre tus dientes ese puñado de palabras que finalmente logró zafarse de tú estómago.

Yo no sé muy bien si me escuchó, la idea era poder sacar aquello que le apretaba la garganta y taponeaba los oídos dejándolos como abombados. Era sólo un puñado de palabras atrapadas en la boca. Palabras que daban vueltas por la lengua, chocaban contra los dientes y de golpe volvían al estómago al no poder salir. Luego otra vez la rutina: El estómago se contraía, hacía subir las palabras, pero el impulso jamás era suficiente para lograr sacarlas por la boca, éstas sólo repetían infinitamente sus estrellones contra los dientes, se enredaban en la lengua y volvían nuevamente a su origen.

Entonces yo la zamarreaba y le decía: ¡Déjalas salir!, ¡Anda grita no más!, aprovecha que no hay nadie cerca. Pero no quiso, o quizás realmente no pudo y se sentó abatida sobre una especie de fisura que había en la roca, yo contagiada del abatimiento trate de sentarme su lado y mientras me acomodaba le di un suave empujón con mis caderas para que me hiciera un espacio en la fisura en que apoyaba su humanidad.

La mire de reojo, acerqué mi mano a su vientre y le dije: “Pareces embarazada”, ambas nos reímos largamente, y a medida que se relajó, su vientre disminuyó de tamaño, quizás las palabras aprovecharon de huir entre las carcajadas y no lo notamos, entonces luego del lapso ya estando ambas más tranquilas, nos levantamos y comenzamos a caminar. Algunos instantes después, ella se alejo un poco del sendero y me pidió que la esperara, tardo unos minutos que me parecieron demasiados, así que sigilosamente decidí acercarme y ver que hacía.

Ella me llamó aquel día muy temprano por la mañana y me pidió que la acompañara, señaló que había algo de lo que quería “deshacerse” que le apretaba el estómago, que tenía un problema que necesitaba “gritar” al viento, voltear y olvidar. Y yo la acompañé.

Me pasó a buscar y nos fuimos a aquel lugar que visitamos un par de veces cuando éramos niñas en el Cajón del Maipo, en el trayecto sólo hablamos de trivialidades, pero de repente tenía que detener el auto porque de improviso se ponía a llorar desesperadamente, y entre sus crisis de llanto yo lamentaba profundamente no saber conducir, finalmente llegamos a destino y yo empecé a ayudarla a “gritar” su contrariedad.

No debí acompañarla, ¿Pero como no iba hacerlo?, quizás no debí seguirla cuando se acerco a los matorrales, debí respetar su solicitud, pero no pude y finalmente la vi de cuclillas en la tierra llorando y llenando de tierra un agujero. Palidecí, también quise gritar de espanto, de miedo, pero sólo atiné a retroceder en silencio hasta el sendero, pensé en salir corriendo, pero el terror me paralizó, y me dejo ahí estática esperando a que terminara de sepultar su dolor. Al levantarse me vio parada tras ella, palideció, creo que quiso huir pero tampoco pudo, sólo se quedó junto a mí detenida, suspendida y de pronto echo su cabeza hacia atrás y grito con fuerza, cada vez con más fuerza, se cogió con ambas manos la cabeza y siguió gritando hasta que caer sobre la tierra.

No le ayude a levantarse, la dejé ahí de rodillas y corrí por el sendero lo más rápido que pude sin mirar hacía atrás, su grito sonaba en mis oídos y en mi cabeza golpeando con furia e insistencia, seguí corriendo hasta llegar a una avenida y conseguí que alguien me llevara de vuelta a la ciudad.

lunes, junio 11, 2007

Día de furia

Regálame un día de furia.
Puede hasta ser un cursi día de furia.
Día en que dispare flores y colores.
No tienen por que ser balas que arranquen sangre, pueden ser balas que lanzadas y explotadas en pechos silenciosos hagan brotar felicidad.

Pero no me digas que he de quedarme quieta, atenta y expectante.
No me digas que no debo pensar más.
No me digas que debo fumar menos, -Porque lo dejé hace 6 meses-
No me digas que llevas en parte la razón.

El escabroso silencio que rebota entre los muros de mi cabeza
Los recorridos que van, los recorridos que vienen.
El maldito y estúpido limbo.
La maldita rabia que no sabe como fluir.
No me digas que sabes, que yo no sé estar enojada.

Maldito hijo de puta!
Pues si tu madre no se ha muerto me importa un bledo!

Debí aprender un oficio en el que utilizara mis manos
Debí quizás aprender a abrir las piernas ante los hombres correctos
No debí juntar tantos zapatos si siempre he preferido andar descalza.

Sólo estoy llena de ruido.
Sólo estoy llena de furia.

La condena de los sentidos. Sentidos que están enredados en los efectos de aquellas causas tan milimetricamente programadas.

Si pienso y luego existo, ¿Cual es el paso intermedio que estoy dejando de lado?
-Buscando una máxima representativa de mi locura.-

¿Que es aquello que olvide pedir en mis oraciones de niña?

Ya no lo recuerdo. Y aunque a la hora del juicio final, sólo podré usar en mi defensa la falta de coordinación entre razón y emoción, me hubiese gustado agregar algún argumento de índole religioso en mi favor.

-Pero a Dios jamás le han agradado ese tipo de argumentos-

viernes, junio 08, 2007

Ella dijo: Di una sola cosa que te guste



¿Sabes lo que me gustaría ser?,
¿Sabes lo que me gustaría ser de verdad si pudiera elegir?
-¿Qué?-
¿Te acuerdas de esa canción que dice "Si un cuerpo coge a otro cuerpo, cuando van entre el centeno..."? Me gustaría...
Es "Si un cuerpo encuentra a otro cuerpo, cuando van entre el centeno"
-Dijo Phoebe-. Y es un poema. Un poema de Robert Burns.
Ya sé que es un poema de Robert Burns.
Tenía razón. Es "Si un cuerpo encuentra a otro cuerpo, cuando van entre el centeno", pero entonces no lo sabía. Creí que era, "Si un cuerpo coge a otro cuerpo" -Le dije-

Pero veras. Muchas veces me imagino que hay un montón de niños jugando en un campo de centeno.Miles de niños. Y están solos, quiero decir que no hay nadie mayor vigilándolos. Sólo yo. Estoy al borde de un precipicio y mi trabajo consiste en evitar que los niños caigan a él. En cuanto empiezan a correr sin mirar a donde van, yo salgo de donde esté y los cojo. Eso es lo que me gustaría hacer todo el tiempo. Vigilarlos. Yo sería el guardián entre el centeno. Te parecerá una tontería pero es lo único que de verdad me gustaría hacer.
-Sé que es una locura-


El Guardián entre el centeno
J.D.Salinger

martes, junio 05, 2007

Mariposas

Mariposas de colores, de alas largas, de alas cortas....

Recuerdo que un día de junio acompañé a mi mamá al departamento de su amiga Marta, quien de entrada le mostró orgullosa un muro en el cual colgaban unos círculos de vidrio llenos de mariposas que su hijo le había traído de regalo desde Brasil. Ambas se dedicaron largo tiempo a alabar los colores y formas de las mariposas y luego quizás un poco cansadas de la contemplación, pasaron a otra habitación dejándome sentada en el living.

Me senté en un sillón justo en frente al muro y estuve largamente mirando a las pobres mariposas “atrapadas” en los vidrios redondos, seguí así un largo rato hasta que no pude evitar pensar que lo mejor era dejarlas volar. Me fui rapidito a la cocina, saqué un cuchillo, me subí sobre una silla, bajé cuidadosamente los círculos de vidrio sobre un sillón y comencé a despegarlos, en el lapsus que mi mamá y la Doña Marta charlaban amenamente en la otra habitación, logré sacar los platos, romperles el vidrio y acomodar las mariposas cuidadosamente sobre la mesita de centro.

Primero me extrañé que las mariposas no salieran volando al instante, entonces pensé que probablemente después de tanto tiempo encerradas, se les había olvidado volar..., ¿Cómo se les enseña a volar a las mariposas?. Recordé entonces que en el verano mi hermano y yo, habíamos encontrado en el patio un pajarito tirado bajo un árbol, al cual con cuidado subimos a no mucha altura y mientras mi hermano esperaba abajo con una frazada yo lo lanzaba de media altura, después de varios intentos, el pájaro aprendió a volar y se fue.

Como ahora mi hermano no estaba, se me ocurrió que a lo mejor si las lanzaba del balcón podrían volar solas, era harta la altura, así que tendrían tiempo suficiente para “Recordar” como se volaba. Sin hacer ruido, tome las mariposas, me acerque al balcón, abrí la ventana y las lance todas juntas...

Recuerdo muy bien que corría una brisa tenue, que las mantuvo un par de segundos frente a mis ojos, regalándome un maravilloso espectáculo de color...Pero no volaron, no recordaron como hacerlo, y poco a poco fueron cayendo al suelo, sin levantarse más.

Aún recuerdo la cara de espanto de mi madre casi arrancándome de la ventana y pidiendo disculpas, Doña Marta guardó silencio y me miró con un cierto aire de ternura, se acercó a un mueble del cual sacó una caja de cigarros de esas metálicas y me dijo que bajará, recogiera las mariposas, las guardara en esa cajita y las enterrara en mi jardín, ojalá donde hubiera hartas flores, bajamos con mi madre y recogí una a una las mariposas del suelo, y las guarde en la cajita.

Era un día de frío, como hoy, así que en una de las macetas de la entrada de mi casa, donde habían plantados narcisos, las enterré. La historia nunca se borro de mi mente, más cuando para sorpresa de todos, llegó un par de hermosas mariposas amarillas a descansar sobre los florecientes narcisos..