viernes, febrero 02, 2007

Cirugía Plástica: Esto no me gusta de mí.




Hace 3 años decidí sacar de mi cuerpo todo aquello que no conseguí botar con el sudor de 1 hora diaria de ejercicio, así que tomé mis ahorros y fui a cotizar un recauchaje completo a la clínica de aquel recauchador que saca por -Valdes- lo que sobra de tú cuerpo.

Dejé caer la ropa, y dije: Esto no me gusta de mí, y ellos dijeron que se podía hacer al respecto. El servicio era completo y lo que sobraba de los otros lados, se podía poner en mis inexistentes glúteos. Recuerdo perfecto que en igual período había pensado en comprar un auto, y cuando caminaba en dirección a tomar la micro para la pega pensaba en mis opciones: ¿Rellenita con auto?, o ¿Delgadita y modeladita?. Siempre ganaba la segunda opción. Me demoré poco más de una semana en decidir operarme y cuando ya había avanzado bastante en el proceso, el escenario cambio de improviso, renuncié a mi trabajo, comencé a vivir de los ahorros y de los trabajos con sueldo de hambre y esporádicos que conseguí.

No volví a pensar más en el asunto, y como buena miembro del género humano me acostumbré a vivir con mi imagen frente al espejo, que después de todo, nunca me ha disgustado por completo. Hace un par de semanas Monique me invito al Lamu Lounge en Borde Río, y si bien quedé sorprendida de lo rubia y flacas que pueden ser las mujeres, no pasó de ahí mi análisis, a Monique en cambio la cosa la golpeo más fuerte, lo bastante fuerte como para pedir una evaluación en una dermocosmética trasandina con sucursal en Santiago de Chile y ver como podía mejorar su aspecto. De paso me inscribió a mí porque ella sola no pasaba el bochorno.

Y ahí estaba yo de nuevo empelota frente a un regio doctor trasandino, haciendo el mismo ejercicio de hace algunos años atrás: Esto no me gusta de mí. Después pasé al presupuesto del recauchaje. En resumen quedar con la guata plana al otro lado de la cordillera me salía casi 1 millón menos que en Chile, en un proceso ambulatorio y bastante simple (¿?). Lo de Monique era un tanto más agresivo y obvio se anduvo muriendo de susto. Ambas guardamos silencio gran parte del trayecto hasta su casa y luego decidimos ir a tomar algo a las Urracas. Nos fuimos caminando e intercambiando opiniones al respecto, y ya instaladas en el lugar ambas sacamos nuestras respectivas cotizaciones y debatimos largamente al respecto. Yo finalmente desistí del tema y logré convencerla de que consultara al menos 2 especialistas más, antes de embarcarse en dicho proyecto.

Es cierto, muchas veces no me gusta nada como me veo, pero creo que puedo vivir con eso –todavía-. Y cuando ella me decía: Mira tipos como ese –señalando a algún pastel de otra mesa- jamás me darían la hora así como me veo ahora. Entonces me pregunté si yo me haría la cirugía para “encajar” en determinado lugar y acceder a determinado grupo o bien por verme y sentirme más satisfecha con mi aspecto. Me quité los zapatos como cada vez que siento que las ideas me oprimen el cerebro y traté de dar con la respuesta correcta. No la encontré, no supe rebatir su afirmación, ni contestarme –honestamente- ¿Por qué? o ¿Para qué me haría una cirugía plástica?. Apuré un sorbo de mi tónica con jugo de limón y sólo atiné a decir: Vamos, ya es tarde y debo llegar a regar las plantas de mi casa.

1 comentario:

Marta Salazar dijo...

he le�do tu post varias veces, mi mejor amiga casi se hace una liposucci�n... pero no con un m�dico trasandino tan regio como el tuyo, ja ja

sabes, una de las mejores cosas de vivir en Alemania (muchas no son) es que una siempre es flaca, comparada con las alemanas que son bien robustas, ja ja.

Un abrazo!