domingo, marzo 12, 2006

En el ejercicio de ser Madre. ¿Cuestión de competencias técnicas?

Luego del accidente, me cuestioné profundamente el hecho de ser madre. Fue la primera vez que hice un ejercicio formal, respecto de si efectivamente sería capaz de llevar a cabo esa enorme empresa. Participar de todo el proceso de hospitalización y recuperación de mi sobrino, se transformó en una especie de fatiga emocional, de la cual ha sido algo difícil recuperarme.

Hace unos días mi hermano regresó al trabajo, y eso implicó que entre las 6:00 y 8:00 de la mañana me hago cargo de mi sobrino y cuñada, hasta que llega la persona que los cuida. Eso me obliga a que al primer asomo de llanto me levanto, le preparo la mamadera, le doy la mamadera, le saco los chanchitos, lo mudo y lo vuelvo a acostar. En eso que se lee “breve”, debo tardar cerca de una hora. Siempre que no haya hecho caca, ya que en ese caso hay que lavarlo bien antes de poner el pañal limpio, y por ende eso implica a lo menos media hora más. Luego de eso, recién puedo hacer mis cosas he irme a trabajar.

Este fin de semana, mi hermano trabajo turno doble por el cambio de mando, y nadie podía venir el sábado a ayudarme con Calvito y la cuñada.

-Obligada a aperrar-

Yo he cuidado guaguas en alguna oportunidad, pero estar a cargo de uno desde las 6:00 de la mañana hasta las 23:00 fue con creces una experiencia memorable. Sin contar que esa noche tenía un compromiso, y que sólo gracias a la amistad, se sorteó bien que parte importante del tiempo yo anduviera dando leche, sacando chanchitos, cambiando ropa y haciendo de mamá postiza. El domingo sólo me ocupé de ellos hasta las 14:00 horas, cuando llegó mi mamá a rescatarme.

-¿Estaré alguna vez preparada para ser madre?-.

Por otro lado…
La compañía de Calvito, fue con creces de una envolvente dulzura.
Jamás se quejo de forma alguna de mi torpeza, o de mi exagerada tendencia a apretarlo por miedo a soltarlo. Tampoco refunfuño por tener que despertarlo para que me acompañara al supermercado, ni reclamó por no saberme todas las canciones que a él le gustan. Siempre tuvo una sonrisa amable, aunque me demorara en poner como corresponde el pañal.

Cuando analizo esos “detalles”, es que me doy cuenta, que la maternidad resulta una locura tan envolvente, que a pesar de la razón… voy entendiendo porque la humanidad aún no se extingue.

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