viernes, enero 20, 2006

Bienvenida realidad

Mi pega del día lunes consistía en doblar y ensobrar quizás unas 1000 cartas.
Mi férrea disciplina es lo que me ha salvado en el transcurso de los últimos 3 meses en mi trabajo en CH. Disciplina en el sentido que me prohíbo cualquier cuestionamiento a las tareas que me asignan. Soy lo que definiría una perfecta hormiga obrera, no cuestiono nada. Sólo trabajo.

Estaba yo pasando un algodón húmedo por los sobres y cerrando las cartas (comprenderá que no hay lengua que resista el sellado de 1000 sobres), cuándo suena el celular. Rápidamente me dicen que es de una empresa de head hunting y que me están llamando para un cargo de Directora de un Hospital HHH. Situarme en lo que la tipa me hablaba entre algodón y cartas fue algo que me tomo casi 1 minuto. Finalmente me faltaba un requisito y seguimos de largo. No pensé mucho en el asunto y seguí ensobrando.

Mismo día. Segunda llamada de teléfono, para avisarme que al día siguiente, tenía una entrevista en el Servicio ZZZ. Tome los datos y seguí ensobrando. Al día siguiente, fui a trabajar normalmente, luego fui a la entrevista y luego seguí trabajando.

Esta semana ha sido muy dura. Dura en términos que externamente me he visto obligada a “Recordar” lo que era mi antigua vida laboral y personal. Las entrevistas se sumaron a algunos encuentros de “negocios”, con gente con la que más de alguna oportunidad trabajé y situarme en un contexto que me resulta algo doloroso, definitivamente no ha sido sencillo. No ha sido fácil almorzar y discutir de políticas públicas, desarrollo organizacional y llegar a pasar algodón húmedo a unos sobres, o ir a dejar correspondencia de una oficina a otra. No me resultó nada fácil contestar a un tipo que me pregunta: ¿Qué la lleva a postular a un cargo como este después de trabajar en un lugar como el que estaba?. Y después llegar a trabajar y que un hueon me pare los carros por que se me ocurrió sentarme en su puesto de trabajo un rato, porque no había otro lugar disponible en donde sentarme.

Contener en un mismo día dos abismos, me ha resultado más difícil de lo que un buen cristiano podría tolerar. Cuándo casi me expulsaron del dichoso escritorio, tuve que hacer un esfuerzo dantesco por no llorar ahí mismo, pero me contuve y bajé a fumar un cigarro. Pero hoy se hizo todo cuesta arriba, las fuerzas me abandonaron casi dejé la pega botada y me iba a mi casa a meterme debajo de las sabanas y no salir más de ahí por un buen rato.

Hoy tuve lo que denominaría una tremenda salida de madre, y se fue a la cresta la hormiga obrera y en definitiva, pensé que la situación terminaría pasando a mayores, cosa que finalmente no sucedió, pero me sentí tan triste que sólo deseaba con todas mis fuerzas, fueran luego las 18:30 hrs. y poder irme a mi casa.

Mis recuerdos me violentan y la bienvenida a la realidad después de mis momentáneos paseos por las nubes entre almuerzos y entrevistas, se han transformado en un peso que difícilmente cargo por estos días. No sé si alguna vez vuelva a trabajar haciendo lo que me gusta y sé hacer, por instantes creo que seguiré eternamente pegando sobres, sacando fotocopias y entregando cartas, quizás hasta se me ha olvidado lo que aprendí en la universidad y trabajando.

Hoy sólo quisiera…¿Cómo explicarlo?. Hoy sólo quisiera poder estar a uno de los lados del río, y olvidarme para siempre del otro. Aunque sepa que nunca va a ser de ese modo y que más de alguna vez despertaré pensando en el largo tiempo viví entre ambas riveras, y preguntándome con algo de susto, en cual de las dos fue que me quedé.

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