martes, diciembre 20, 2005

Un grupo de corderos

Y éramos todos un grupo de corderos. Algunos con más lana encima que otros, pero corderos al fin y al cabo. Algunos iban por lana, otros probablemente saldrían trasquilados.

En general suelo mezclarme con el resto de las personas, conversar, saber si es la primera vez etc. Esta vez, sólo atiné a sentarme en un sillón que había en uno de los costados y escuchar lo que pasaba alrededor.

En la intensa espera, me sobrevino una especie de crisis de pánico. Había una cantidad enorme de gente conociendo y postulando a la universidad y unos no sé, quizás más de 300 postulantes al cargo de fiscalizador. Demasiado, nunca he tenido tolerancia a las aglomeraciones y esta no fue la excepción. Espere a que el grupo que se apiñaba y cuasi empujaba en la puerta avanzará y ahí entré yo.

Segunda crisis de pánico. Supongo que habría quizás más de 450 personas ya instaladas en sus respectivas sillas. Entré me senté en uno de los escasos asientos disponibles, y esperé a que comenzará la prueba. Me demoré 1 hora en responder las 35 preguntas de las 40 del test. Y las estadísticas no son del todo favorables, si contemplamos que quizás más de un 50% de los asistentes, contesto las 40 preguntas sin error alguno. En fin, mañana es el sicológico, si repruebo éste, me vetan la postulación a cualquier cargo del servicio un par de años que no recuerdo cuantos son.

De lo qué pude oír, mucha gente estaba rindiendo la famosa prueba como por segunda vez. Todos con enormes textos de estudio, repasando materias. Me recordó los tétricos exámenes con el Prof. Orellana. Eran un verdadero suplicio, nunca lo qué uno sabía era suficiente. Bueno, no me sorprendería que mi resultado este bajo el promedio. Ya confesé que no estudié nada. Pero encontré la prueba relativamente sencilla, exceptuando los famosos cálculos matemáticos que eran demasiado largos para resolver ahí. He ahí las preguntas que no contesté.

Los examinadores todos con una cara soberbia, pero qué se le cayo en cuanto tuve que decirle que mi apellido era con Z y no con S. Los Corderos nos apilamos lo mejor que pudimos en el enorme salón. Me da la impresión de qué nadie quiso siquiera mirar para el lado, al menos en mis habituales pajareos en medio del desarrollo de las pruebas, no hicieron que mis ojos se cruzaran con los de nadie más.

Ya no tengo miedo, creo que lo más difícil ya lo pasé hoy día. Si no quedo seleccionada al proceso siguiente, tampoco me molesta, no voy a esperar un milagro si no estudie ni como se escribía pico. Debí decir pene ¿cierto?.

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