jueves, diciembre 15, 2005

LA GENERACIÓN PERDIDA II.- ¡¡Y nos vamos de Copas!!

Monique y yo nos fuimos de copas hace unos días. Ambas agotadas, y con escasas ganas de hacer nada. El gran plan de la noche ir al cine. De pronto cambio de planes y nos vamos de parranda a las Urracas.

Después del segundo tequila margarita y presa de un estado de euforia medio extraño, Monique me pregunta si nos vamos a otro lado. La verdad es que culpar al alcohol de la toma de la decisión es bien poco digno, así que acerté a decirle: Tira una moneda, si sale cara nos quedamos, si sale sello nos vamos. Veo subir y bajar la moneda, se estrella en la mesa y sale cara. Nos quedamos. Pero después de un lapsus en que no sé que paso, Monique paga la cuenta y me dice, nos vamos al Dublín. Ok… nos vamos al Dublín.

Nunca me agrado eso de pasearse un lugar a otro viendo el ganado. No hago lo que no me gusta que me hagan a mí, es decir, mirar a las personas como un trozo de carne ambulante. (Pero he de confesar que quizás a veces me agrada que me miren con cierto grado de apetencia). Yo no sé si el efecto del trago era muy importante, pero la verdad es que miraba a todos con cara de filete, tapa pecho, pollo ganso, huachalomo etc. Es decir, como viles trozos de carne ambulante.

Seguíamos divirtiéndonos de lo lindo y ya íbamos ambas en el tercer tequila margarita. La risa me sale fácil he de reconocerlo y me puse a mirar para el lado. En menos de una hora, 2 tipos me habían pedido el teléfono y además estaba invitada a bailar. Diablos!. ¿Cómo tan fácil?. Me reía, no por sentirme particularmente exitosa ante la situación, si no ante el pensamiento de cómo a veces conocer gente se puede transformar en todo un deporte. Ante mí ya casi patrón de indecisión de la noche, le pregunto a mi compañera, si acepto o no la propuesta del bailable. A lo qué ella responde sin dudar que si. Y volvemos a las Urracas.

Ahí estaba el calvo y apuesto galán de la invitación esperándome, y yo con la idea de ¿Qué mierda estoy haciendo?, trate de conversar, nos autopresentamos a las respectivas compañías y nos lanzamos a la pista de baile, después de cómo la tercera canción, se empezó a poner cariñoso y bueno, ni por muy mareada que estuviera, no tenía ganas de anotar un gol de media cancha. Así que le dije adios y muchas gracias. Volví donde la Monique y nos cambiamos al lado de música electrónica.

Bailamos hasta las 5:00 de la mañana. Y ya, cuando los pies están pidiendo socorro!! Sáquenme los zapatos!!, nos fuimos. La última “conquista” de la noche, fue un sueco más rayado que muralla de campaña, que no consiguió nada más que bailar un buen rato.

Camino a casa reflexionaba en el deporte de la conquista. Y en el extraordinario relajo que tengo este último tiempo frente al tema. Es una sensación muy gratificante poder disfrutar del flirteo sin esperar anotar nada más que un vals en el carné de baile de la noche, con un apuesto galán y qué sea sólo eso y nada más. Qué todo pueda ser mirar, sonreír y partir.

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