lunes, octubre 26, 2009

Estudio de Campo: Máquinas Tragamonedas

Decidí profundizar mis conocimientos en las máquinas tragamoneda y dilucidar que hace que un individuo pueda pasarse horas sentado probando suerte y gastándose su dinero. Los casinos me producen en general aburrimiento y somnolencia, por lo cual debía despabilarme si quería entender el negocio. También quise determinar si habían algunos adictos que seguros de que ese era su día de suerte, iban a cambiar algún anillo o cadena de oro a las casas de empeño estratégicamente puestas cerca de los locales de maquinitas, luego de haber perdido todas las monedas con las que comenzaron su jornada de apuestas.

Ultrajé mi chanchito dorado con letras rojas, y saqué todas las monedas que tenía para poder ir a un local a hacer girar las maquinitas. Inicialmente perdí una considerable suma del capital inicial intentando descifrar el funcionamiento de las máquinas, finalmente opté por la que me pareció más sencilla: unas bandejas repletas de monedas de $100 que con movimientos hacía adelante y hacia atrás, mecían las monedas. Había que lograr desequilibrar una de las bandejas para que el peso de la caída de las monedas me hiciera ganar. Tuve que hacer un esfuerzo considerable por no golpear la maquina, y hacer que el movimiento externo provocara la ganancia, el local elegido tenía un mastodonte de guardia que me miraba con cierta desconfianza, razón por la cual preferí de abstenerme de realizar cualquier movimiento que le provocara sospecha.

Estando ya mi capital considerablemente mermado, e insistiéndome en no olvidar el objetivo central que me convocaba, gasté hasta la última moneda de mi chanchito, sin conseguir que las monedas rodaran hasta mi bolsillo. Cometí el error de quedarme unos minutos más, y pude ver como el mastodonte luego de echar 3 monedas más consiguiera llenar sus bolsillos de dinero.

Al salir miré mi costoso reloj, y estuve a punto de sucumbir a la tentación de ir a empeñarlo por unas cuantas monedas y seguir “probando suerte”.

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