martes, junio 19, 2007

Un poco de humanidad

Hace unos días me llegó un mail con el monologo de la mujer moderna que por cierto entre broma y broma hay unas cuantas verdades por ahí. Dentro de ese contexto en mi pasada por el gimnasio pensé: ¿Has oído palabras más maravillosas que: ¡Qué delgada estás!?. De pasó me di cuenta y le comenté a una compañera de gimnasio lo delgada que se veía y ella maravillada ante aquellas poderosas palabras sólo atinaba a sonreír y decir que aún le faltaba bajar 2 kilos más y le agregó un sinnúmero de frases que uno siempre repite ante aquellos cumplidos. Pero mis palabras más que un cumplido eran una aseveración, esta realmente muy delgada.

Todos los días me levanto a las 5:30 de la mañana para ir al gimnasio y después ir trabajar. Lunes, miércoles y viernes hago spinning y martes y jueves ripping y body balance. En promedio ejercito poco más de 1 hora al día. Hago deporte porque me gusta muchísimo, me mantiene despierta, ágil y me ayuda un poco con el tema del peso. Hace unos años entré en fanatismo, tuve personal trainer ejercitaba 7 veces a la semana, hacía dieta y me ayudaba a capear el hambre con sibutramina. Ha sido una de las pocas veces en que de sólo mirarme al espejo me maravillaba de mi aspecto y toda esa inalcanzable ropa de la vitrina tenía calce perfecto.

A propósito de la imagen de la compañera de sacrificios y sudor, me quedé divagando en las posibilidades ciertas de que alguien me dijera por estos días: ¡Ohh qué delgada te vez!; resultado: Ninguno. Eso en base a que por ejemplo mis amigos los granos y semillas son infaltables 2 veces por semana en mi almuerzo. Otro día de la semana me pego el pique a casa de mi mamá y como sagradamente guatitas a la jardinera o bien pescado frito. Las carnes rojas y blancas no gustan mucho, soy mala para la comida chatarra y esos son los únicos grandes plus en mi alimentación.

Yo creo que la mayoría de los hombres no tiene idea el suplicio que es mantenerse bien. No sólo por el tema del ejercicio, las cremas, las dietas, andar peinada, etc. Sumado a que tienes que ser simpática, hablar fluido, tener miles de temas de conversación, ser inteligente, divertida y un interminable etc. Dentro de esa nueva “escala de valores” y “escala de necesidades” masculina, mí ubicación no es de las más altas,la competencia cada vez es más dura, descarnada y comiendo legumbres, pescado frito y guatitas a la jardinera, difícilmente subiré rápido en la escala, eso implica que cada vez resulta más difícil conseguir citas, pololo o un hombre que este realmente interesado en vincularse afectivamente con las que no tenemos el vientre del todo plano y que ya pasamos los 30 años. –Como definitivamente es mi caso-

¿Qué hacer entonces?, incluso me parece casi increíble que haya gastado una parte importante de mis últimos días dándole vuelta a este asunto (Sumado a los otros cientos de “asuntos” que generalmente transitan por mi cabeza). ¿Debiera sumarle a mi rutina de ejercicios: Dieta, sibutramina, personal trainer?. Lo conversamos largamente con una amiga y llegamos a la misma horrenda conclusión: Sí, vale la pena. Entonces miro mi termito lleno de unas deliciosas lentejas que cociné ayer y pienso en que es mejor dejarlas si el objetivo final es avanzar en la escala de necesidades masculina. Si no lo otro sería preguntarle un poco al viento: ¿Usted pololearía con alguien como yo?.

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