lunes, junio 11, 2007

Día de furia

Regálame un día de furia.
Puede hasta ser un cursi día de furia.
Día en que dispare flores y colores.
No tienen por que ser balas que arranquen sangre, pueden ser balas que lanzadas y explotadas en pechos silenciosos hagan brotar felicidad.

Pero no me digas que he de quedarme quieta, atenta y expectante.
No me digas que no debo pensar más.
No me digas que debo fumar menos, -Porque lo dejé hace 6 meses-
No me digas que llevas en parte la razón.

El escabroso silencio que rebota entre los muros de mi cabeza
Los recorridos que van, los recorridos que vienen.
El maldito y estúpido limbo.
La maldita rabia que no sabe como fluir.
No me digas que sabes, que yo no sé estar enojada.

Maldito hijo de puta!
Pues si tu madre no se ha muerto me importa un bledo!

Debí aprender un oficio en el que utilizara mis manos
Debí quizás aprender a abrir las piernas ante los hombres correctos
No debí juntar tantos zapatos si siempre he preferido andar descalza.

Sólo estoy llena de ruido.
Sólo estoy llena de furia.

La condena de los sentidos. Sentidos que están enredados en los efectos de aquellas causas tan milimetricamente programadas.

Si pienso y luego existo, ¿Cual es el paso intermedio que estoy dejando de lado?
-Buscando una máxima representativa de mi locura.-

¿Que es aquello que olvide pedir en mis oraciones de niña?

Ya no lo recuerdo. Y aunque a la hora del juicio final, sólo podré usar en mi defensa la falta de coordinación entre razón y emoción, me hubiese gustado agregar algún argumento de índole religioso en mi favor.

-Pero a Dios jamás le han agradado ese tipo de argumentos-

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