viernes, junio 16, 2006

Favoritos... Animal Político

Vuelve a sonar en mis oídos aquella frase; “Que rico tu culito...”, que Gerardo largaba a diestra y siniestra a cuanta mujer se le cruzara, claro esta que a nosotras su ganado, también teníamos que aguantar el agarrón que precedía al:"Que rico tu culito".

Yo estaba a cargo por aquel entonces de las temporeras de la fruta de los campos del Gerardo, cada verano me iba la temporada completa a trabajar con él. Sería un caliente de mierda, pero pagaba lo justo y puntual. Además no había temporera que no lo adorara y que obvio, él no se hubiera tirado. Cada mañana pasaba a saludarlas y a repetir sin cesar, que rico tu culito Doris, Magali cuídeme usted ese par de lecheras, no me mire tanto lolita que hasta acá siento como se le moja la entrepierna, y así una a una con su cumplido particular.

El tipo era de esos machos recios, cadena enredada en el pelo en pecho, reloj dorado. Dorado es mi color morochita me decía. Yo soy como esos reyes incas que tienen todo dorado, si hasta el pito lo tengo dorado.

Cada vez que tenía cita con al alcaldesa del municipio, se ponía los pantalones más apretados que tenía, la camisa muy planchada, la gomina, y una agua de colonia que le daba alergia a media ciudad con la que él juraba mataba. La mejor parte era cuando, se acercaba al espejo y empezaba su ritual de autoadmiración que terminaba con un tremendo agarrón que se daba al paquete, se zarandeaba su pito dorado por arriba del pantalón y me decía: ¿Soy macho o no morochita?. Estoy seguro que se te hace agua la boca de mirar si tengo o no el pito dorado. Mi morocha, no tení na’ tan rico el culito, pero por ese par de lecheras bien puesta que el Señor te ha dado, igual te dejaría sobar mi pitito...¿querí?¿querí?. Repetía la misma frase, como si fuera un discurso aprendido, mientras con la mano en el paquete, me perseguía por la habitación. Vo’hueón debieras ser político le largaba, mientras me salía por la puerta.

Y se iba donde la alcaldesa. Después me llamaba y me decía, ¿Querí saber como me tire a la Doña?. La vieja esa tan fruncía que se ve, y grita como condenao a muerte, a veces le da por morderme el pito y hasta me asusta. Yo le digo Oiga Doña Marta, trátelo con cuidado, mire que el doradito no esta para aquellos trotes. Hoy día la vieja andaba como perra apesta. Quería puro cariñito, trátame con dulzura y esas gueas de mujeres. Así que agarre mi pitito dorado, y lo guarde aquí en el pantalón. Está re duro morocha. ¿Querí tocar?.

El último verano hacía un calor de la puta, y me puse a mirar al Gerardo con otros ojos. Malo no estaba, era la facha de picante de mierda lo que me espantaba, pero verlo acomodar algunas cajas de fruta con los peones, sin polera, sin el agua de colonia apestosa, y sin tanto adorno. Era sin duda alguna un hombre tremendo. Aquella tarde mis prejuicios se fueron a la mierda. Y nos pegamos una revolcada en la bodega, que la verdad de puro acordarme me da calor. Tenía definitivamente despliegue, se sabía macho y sabía como dar placer, en una tarde tiramos como 6 veces casi sin parar, en realidad fue el quien me tiro a mi, por que la impresión de su juego sexual, de su pito grande y dorado, me dejaron exhausta luego de la primera vez. Fue lejos la mejor tirada que me he pegado en la vida. Luego de eso no nos vimos más.
Curiosamente, más de alguien termino por convencerlo en que dado su arrastre con las feminas, lo podría a llevar al éxito como político. Y les hizo caso, contrato asesor de imagen y esas parafernalias, y de ser el picante con plata, se convirtió en político. Es curioso a veces verlo por televisión hablando de corrido y haciendo comentarios respecto de la contingencia nacional.

El lunes recién pasado, cuando ya su recuerdo no era más que una difusa imagen en mi mente, tuve que asistir a una reunión con autoridades regionales. Todo transitaba monótonamente, hasta que de pronto sentí alguien que se me acerca por atrás y me dice: Hola mi morocha, ¿Ha cuidado ese par de lecheras que tan sabiamente Dios le puso?, un pellizcón en el poto y me larga; ha mejorado tu culito.

Luego del corte para almorzar, el Honorable se excuso de tener otro compromiso, y yo de sentirme repentinamente algo descompuesta.

Definitivamente, sigue teniendo el pito dorado. No hay duda alguna.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Intenta escribir alguna cosa nueva, sobre todo en estos días de lluvia.