jueves, marzo 30, 2006

S & S. Capítulo II : Ícaro

Era el griego quien volaba alto, muy alto.
Yo estaba parada en un risco y cuando él volaba a media distancia yo le gritaba: ¡Ícaro! ¡No tan alto… no tan alto!, ¡las alas se derretirán!
No lograba ver su rostro, pero a la distancia oía sus sonoras carcajadas mientras volvía a elevarse aún más alto.

Decidí sentarme y contemplar su vuelo, mi mirada a veces se perdía en el cielo tratando de adivinar su paradero sin mayor resultado. De pronto un zumbido y un viento fuerte pasaron a mi lado. Era el griego que volaba rasante sobre mi cabeza. Se volteo y pude ver su rostro, un dejo de horror se apodero de mí llevando mis manos a cubrirme la cara, él en cambio sonrió y comenzó a elevarse más alto, más alto, cada vez iba más alto, pero de pronto su frenética carrera hacía el cielo se detuvo y como una pesada roca fue descendiendo hasta finalmente caer en el mar.

Un trueno, se oyó como un enorme trueno su desaparición en las aguas. Él, el glorioso griego creado para elevarse en el alto cielo, había desaparecido en las profundidades del mar. Cerré mis ojos y guardé silencio.

Abrí nuevamente los ojos y frente a mí estaba el rostro del griego, un grito de horror y desesperación se apresuró a salir de mi boca, y al tratar de huir me estrellé contra el piso. Me había dormido sobre la banca de la iglesia y aquellos ojos que me perseguían eran los del cristo de la capilla de la cárcel. Ícaro estaba crucificado frente a mis ojos.

Tomé mi mitad del manual del mormon, escupi en el suelo y dejé la capilla.

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