lunes, febrero 27, 2006

Un golpe de suerte

En 1992, fue mi primer acercamiento a U2, gracias al cassette Reattle and hum que me regaló el Christian L. Podría decir que en adelante, toda la banda sonora de mis grandes “momentos” ha sido algún tema de U2.

En 1998 tenía todo dispuesto para ir a su recital, pero finalmente estando lejos de Santiago, opté por cederle el pase a mi hermana y fue ella quien finalmente disfrutó del recital. Sólo una maña me quedó y fue negarme sistemáticamente a ver cualquier presentación en TV o DVD en vivo de ellos, so-pretexto de esperar a que vinieran nuevamente a Chile.

Finalmente este año anunciaron visita, y fue justamente el año en que se me hacía imposible juntar las lucas suficientes para pagar una entrada. Un poco a la pasada le comenté a mi papá que quería ir y la última vez que lo hablamos fue a principios de febrero.

El sábado por la tarde íbamos con mi hermano camino al hospital, cuando el tema salió a colación. Yo sólo atiné a decirle que obviamente dadas las circunstancias era de lo último que me había acordado, y él sólo se limito a sonreírse. Luego terminando de ver algunos detalles en el hospital, me llama mi papá y me dice: ¿Cómo estamos para mañana?.
-Parálisis cerebral, y una sonrisa algo nerviosa me asomó-
Le pregunto: ¿Para qué?, y el respondió: ¿Creíste que se me había olvidado?.

El domingo a eso de las 15:00 estaba en el mismísimo “Golden Circle” a escasos 3 metros del escenario, a punto de tener un colapso de la impresión. Hubo un rato en que me sentí algo culpable, todos los que tenían esa ubicación durmieron la noche anterior fuera del estadio y tenían el brazo marcado con el número de la fila que hicieron y yo nada. En realidad sólo me aguanté desde las 15:00 a las 20:00 en que empezó el show de Fraz Ferdinang, en un lugar tan cerca del escenario que me reía sola.

Fue una noche increíble, logré ver hasta las arrugas de Bono, y agradecí cada vez que pude al infinito por mi fortuna de estar ahí, por ser alta y grandota y poder ver todo el espectáculo con un relajo increíble.

Me dormí sonriendo, me levanté sonriendo, lo recuerdo y me rio. No, en realidad me muero de dicha cada vez que lo pienso y creo que esas horas de felicidad me van a durar un largo, largo rato.

Eso es vértigo… ¿Qué duda cabe?

jueves, febrero 23, 2006

Frazada... Cuadro VIII de una manta de 10x10


VIII.- Domingo II

Sin duda que he usado o abusado de este blog, para escribir todos y cada uno de mis pesares. Me hace sentir más liviana y más aliviada. Es como si todo lo escrito sirviera para dejarlo aquí, y no tener que cargarlo sobre mis hombros.

El domingo muy temprano mi hermano salió rumbo a su trabajo, iba al festival de viña y estaría fuera 15 días, por lo mismo su señora y mi sobrino, lo fueron a dejar. En el trayecto, un bus de transantiago se pasó una luz roja y los chocó. Decir que ha sido una semana difícil, la verdad es bien poco, tratar de no revelarse contra el universo fue un ejercicio que a los qué no nos pasó, nos ha requerido de un esfuerzo mayúsculo, pero aún así, saber que los tres quedaron vivos, nos lleno de una fuerza y una esperanza, que nos ha servido para sobrellevar lo que ha significado el accidente.

Mi hermano y mi sobrino ya están de vuelta en casa, y a mi cuñada tienen que operarla el fin de semana. Siento que hemos sido afortunados y que la locura inicial ha ido transformándose lentamente en la convicción de que el universo, Dios y hasta la suerte, el domingo estuvieron definitivamente de nuestra parte.

Mirar el auto destrozado me hace dar gracias porque puedo escuchar a mi hermano caminar por la casa, poder llevar hoy por la tarde a mi sobrino a mirar los árboles del patio, alegró más mi alma de lo que cualquier otra cosa podría hacerlo. Y ver que mi cuñada día con día se alivia un poco más, me da fe en el futuro.

La vida día con día se sigue abriendo paso, y doy gracias por eso.

domingo, febrero 12, 2006

Frazada... Cuadro V, VI, VII de una manta de 10x10

VII.- Domingo

"Domingo. Es día de misa. Se supone que Dios se levanta más temprano".

Esa fue la frase que resonó en mi cabeza al cortar el teléfono la mañana del domingo, y al salir a la calle, traté de concentrarme en algo que no fuera la rabia, la pesadumbre o el dolor.

Pero a medida que pasaba el día, he iba viendo y entendiendo como se habían suscitado los hechos y gracias a las sabias palabras de un amigo, pude admirar lo que en realidad fue un milagro. Entonces entendí que Dios se había levantado y asistido.

-Definitivamente Dios se levantó temprano.-

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A pesar del empeño…y en la medida que las horas transcurren, cierta pesadumbre me acongoja el corazón.

Nunca como antes, he deseado retroceder el tiempo, y que no fuera domingo, y que nadie hubiese tenido que levantarse temprano.

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VI.- Vigencia y Caducidad. - Un pequeño cuadro-

Me preguntaba si todos tenemos algo así como una fecha en que expiramos.
¿Caducan nuestros conocimientos?, ¿Caduca nuestra vigencia social?, ¿Caducan las amistades y los sentimientos?.

¿Es acaso la vida como una línea de crédito con un exacto número de sobregiro permitido?. ¿Cuál es la señal que marca que en definitiva ya se te acabo el capital, los ahorros y ya estás empelota?.

¿Cuándo todo lo hecho se pierde irremediablemente?

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Hay una mujer que no recuerdo su nombre, pero hoy su imagen me golpeo tan fuerte, que casi pensé en ir a buscarla donde la conocí.

Sra.: Donde quiera que este, quiero decirle que lo lamento. Tarde mucho tiempo en darme cuenta lo difícil que debe haber sido para usted mi decisión. Probablemente ya no me recuerda, pero créame que yo a Ud., no la volveré a olvidar nunca más.
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V.- Flash Back

Íbamos en cuarto básico, y el primer recuerdo que viene a mi mente cuando pienso en ella, eran los enormes sanguches de bistec con palta que llevaba como colación. Su pelo era una enorme maraña de rulos de color amarillo, era silenciosa, y nunca la recuerdo levantando la voz por algo, o molestándose por alguna cosa.

A diario se levantaba antes de las 5 de la mañana, y acompañaba a su mamá a vender pan amasado fuera de las fábricas, luego de eso llegaba a clases. Cuando el negocio del pan se hizo algo complicado, la familia derivó a la venta de flores en el cementerio. Allí tenían un puesto al que ella podía ayudar a atender después de clases.

Un día de invierno, me llamó su hermano y me dijo que ella estaba en el hospital grave, con una bronconeumonía. La segunda visita que le hice al hospital, pasamos gran parte de la tarde a solas. En un minuto de lucidez me miro fijamente y pidió que le hablara, cerro sus ojos y yo comencé a hablar. Estuve como 2 horas contándole distintas cosas hasta que se acabo la hora de visita y partí. Al llegar a mi casa, me avisaron que ella había muerto al poco rato que yo salí de la habitación.

Nadie cree que no le dije nada importante, ni menos creen que ella tampoco dijo nada. Sólo de vez en cuando ella abría sus ojos y se cercioraba de que yo seguía ahí, hablando de cualquier cosa poco importante que se me ocurriera. Si pienso en nuestra amistad que duro más de 20 años, nunca fue distinta de lo que fue nuestra última vez juntas: Una escuchando a la otra hablar de cualquier cosa, mientras la otra simplemente decidía perder los ojos en el infinito, o simplemente cerrarlos y decir: No te preocupes, sólo los cierro para poder oírte mejor.