martes, septiembre 01, 2009

Los ojos de Bette Davis…

Aún cuando intentaba no mentirle a Dios, palabras que desconocía su significado aparecían una tras otra en medio de mi discurso. Palabras descuidadas que se tropezaban a medida que salían de mi boca, algo de mí trataba de dirigirlas, pero ellas confusas pensando que era un acto de defensa el que nos convocaba, se enredaban y caían al precipicio.

Hacía ya un tiempo que no nos enfrascábamos en una conversación, y no recordaba muy bien cómo dirigirme a él, quizás por esa razón es que inicialmente mi vocabulario era algo rebuscado y lo bastante complejo para que en medio de mis intervenciones Dios solicitara un alto para consultar su diccionario. Como estábamos en son de paz, luego él me dictaba el significado de las palabras, para que yo, en mí libreta de notas, las escribiera y no las olvidara más.

-Él sabía que yo le mentía-

En estricto rigor, resultaba imposible mentirle, lo que él hacía como de costumbre era simplemente seguirme el juego y ver si había mejorado mi poder de discurso, y ver cuán fuertes seguían mis convicciones.

Trataba de guardar silencio, pero al minuto que lo hacía empezaba a adormilarme, había olvidado la sensación de somnolencia que me provocaba su divina presencia, por lo tanto todo era aún más enmarañado, primero porque si hablaba, mi lenguaje era confuso y forzado, y segundo, porque si guardaba silencio tendía a dormirme de pie.

Entre el floreado discurso, y la abominable sensación de dormirse de pie, pensé que no era después de todo una mala idea consultar nuevamente el horóscopo de la semana, a pesar de que éste seguía anunciando cosas que se negaban a llegar. La convicción de que había cosas diseñadas para mí, pero que por un error alguien más las estaba disfrutando, comenzaron a tomar fuerza y a enrarecer aún más el ambiente.

Todos estos pensamientos se agrupaban vertiginosamente en mi cerebro y tendían a confundirme, la licuadora de ideas iba triturando sin tregua cualquier cosa que llegaba a toparse con alguna de sus aspas afiladas. ¡Era Dios quien estaba parado frente a mí y yo era incapaz de hilar un discurso coherente!, el próximo paso podría ser el infierno, y aún así…, aún así era imposible…

Me acerque a la ventana y detuve unos minutos mi mirada en los edificios que se alzaban imponentes, le dije a Dios: Aguarda un momento, iré por un café. A mí regreso estaba esperándome y me invitó a tomar asiento, puse mi café sobre una mesa y hurgue en mi cartera buscando cigarros, encendí uno, aspiré profundamente, bebí un sorbo del humeante café y me puse a cantar parte de la canción qué aún recordaba:

She'll expose you
When she snows you
Off your feet with the crumbs she throws you
She's ferocious
And she knows just what it
Takes to make a pro blush
All the boys Think she's a spy,
she's got Bette Davis eyes

And she'll tease you
She'll unease you
All the better just to please you
She's precocious
And she knows just what it
Takes to make a pro blush
All the boys Think she's a spy, she's got Bette Davis eyes.

Y él solo dijo a modo de aseveración: Sí, tiene los ojos como Bette Davis…

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