Ante la irresistible necesidad de parecer perfecta e impecable… yo recuerdo: Santa María Madre de Dios…
Quito mis zapatos altos, avanzo por el largo pasillo con mis tacos –ya imaginarios-, zurcidos hacía dentro, que no resuenan sobre el mármol, y sólo el eco de mis pensamientos se estrella contra los muros. Eco que va y vuelve, o se duerme o arranca por alguna ventana y antes de que algún rebote de pensamiento regrese a mi cabeza cierro mis ojos y repito: Ruega por nosotros los pecadores…
Un reflejo distorsionado, un dibujo de contrariedad repasado a mano alzada.
Y sigo con ella pendiente en la memoria: Ahora y en la hora de mi muerte…
Pero no muero, sigo avanzando tratando de impostar la voz a tonos más suaves, cierro mis ojos y mientras camino vuelvo a repetir: Dios te salve María.
Las baldosas terminan y mis pies indecisos chocan con los escalones, elevo los ojos y ahí esta ella, con su cara algo ausente y la criatura entre sus brazos y le digo:
Sí, yo también quisiera estar llena de gracia…
También quisiera que el señor este conmigo…
Y ser bendita entre todas las mujeres.
3 comentarios:
Jajá...¿y virgen también? =P
Algún día yo me animaré a usar tacos y miraré a todos del hombro pabajo.
Besos
No me gusta ese afán de buscar respuesta en la religiosidad... mejor vuelve a tu estado natural.
Querida Rosada:
Siempre que pienso en virginidad, irremediablemente llego a mi perro. ¿No debiera morirse virgen verdad?. Así quien quiera cruzar a mi hermos akita con alguna perrita sea de la raza que sea, pues es totalmente bienvenido.
Y por cierto los tacos son una maravilla... y lo de mirar del hombro pa' bajo... ¿cómo te lo explico? ja ja ja.
Besos
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