jueves, julio 27, 2006

Zapatos

Si iba a arruinar mi vida sería con alguien que superara el metro setenta y cinco. Sin duda alguna un tremendo argumento aquel.

Mientras buscaba sostener mi argumento en algo más profundo que la estatura, hacía hora bajo un minúsculo pedazo de terraza, y trataba de no mojarme. Pero la lluvia, que parecía desconocer mis intenciones caía de medio lado mojando mis zapatos a su antojo.

Y proseguían mis cavilaciones:

No, una mujer decente no podía arruinar su vida con alguien que no superara el metro setenta y cinco de estatura. Más aún cuando ella bordea hacía arriba el metro setenta y tres.

Pensé entonces en mis hermanitas de hombre y sus respectivos hermanitos de mujer. Ah si, ya sabes, el grupo aquel incestuoso en donde uno siempre termina compartiendo algo más que el cigarro, el pito o el copete. El grupo aquel que se mueve sinuosa y sigilosamente entre los márgenes de la inmoralidad. Mi pequeño universo paralelo radicado justo entre sodoma y gomorra. Nosotros los que incestuosamente pecamos intercambiando fluidos y nos hacemos más hermanos y cada vez menos amigos. En donde graciosamente cuando los grupos se dividen comienza el pelambre a destajo de los atributos de una u otro con quien compartiste más de un catre o en su defecto algún rincón oscuro en alguna de las reuniones.

¿Qué más da? Y si sólo argumento con: No quiero ampliar el número de integrantes mí ya “amplia” familia. Quizás suene a poesía, si total buenos y sanos jamás ninguno comenta sus incestuosas relaciones, todos partimos escribiendo y hablando de nuestra frondosa amistad, que por cierto cae a pedazos cuando alguna de las integrantes resultó inesperadamente embarazada y nadie quiere hacerse cargo del muerto, más bien de la guagua. Y después todos somos tan felices siendo “tíos”

-Y llovía, y mis zapatos cada vez más mojados-

Las cavilaciones segundo a segundo sólo conseguían sumergirme cada vez más en el infierno, pero no lograban dar con un argumento razonable. Entonces lo vi aparecer entre la multitud, y supe en aquel instante cual era la razón que buscaba para dejarlo:

No puedo, no puedo quedarme con quien deja que mis pensamientos se mojen aún más que mis zapatos. Y antes de que él me viera en aquel pedazo de terraza esperándolo, cogí mis argumentos y me fui.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Me gustó eso de los "Grupos íntimos incestuosos". Pienso que esas prácticas fortalecen la confianza y la amistad, incluso si se diera entre familiares. Siempre desearía tener un grupo así a diario a quien recurrir. Ahora con respecto al texto, creo que hace una referencia o autoreferencia a los "complejos", pero no logré entender bien la idea, lo que sí entendí es que la lluvia es agua o lágrimas (quien sabe) de alguien que te daña o te recuerda, quizá esos mismos complejos.
Algo mal redactado, pero rescatable.

J. dijo...

¿Por qué no me ayudas con la redacción y corriges el texto?

Respecto a los complejos, no sé si es más acomplejado quien lee e interpreta o quien escribe. Y sabes… la lluvia es sólo lluvia.

Anónimo dijo...

Entonces en tu espacio si no hay lugar a interpretaciones, no hay lugar a comentarios. Es una pena, porque entonces el escribir "algo" y "publicarlo" pierde todo sentido. Mejor cierra la ventana "comentarios".

J. dijo...

Puedes escribir, comentar e incluso creer lo que estimes conveniente. Y si no quieres interpretar u opinar, pues bueno tampoco lo hagas.