jueves, diciembre 29, 2005

En resumidas cuentas...

Resulta algo ambicioso querer resumir en unas cuantas líneas lo qué ha sido el año 2005. Quizás lo qué mejor lo ilustra fue tener el pelo teñido de color azul por algo más de 2 meses. Color qué conforme pasó el año, sólo quedó transformado en algunas mechas algo decoloradas qué sólo un ojo acucioso notaría. Un año de contrastes, que duda cabe.

En términos laborales sin duda es donde más claramente se aprecian los contrastes. En el sector público, fui Jefa de Auditoría y renuncié después de unos años de oficio, después fui Jefa de Personal, y renuncié luego de 2 meses de labores. Después pasé al rubro privado y trabajé de camarera en un motel, y siguiendo por el sector, también fui digitadora de noche en Chilectra y digitadora de día en Río Maipo. Ganando en un día menos de lo que me pagaban una hora de trabajo profesional. También obtuve finalmente mi Magíster.

En términos personales, después de llevar años de independencia económica pasé a depender de mis ahorros, padres y hermanos. Y luego de años de vivir sola, ahora vivo con mi hermano y su familia. Quedaban tan sólo 9 años para terminar de pagar mi casa, renegocié la deuda y pase a deberla por 20 años más.

Parece medio tétrico si lo lees de buenas a primera, y si, en cierta forma lo fue. Es como si de pronto me hubiese quedado empelota en la calle, sin más defensa que mis argumentos algo gastados de tanto defenderme. Sí, hubo un tiempo en qué defendí hasta más allá de mis fuerzas los argumentos que sustentaron las decisiones que he tomado en el transcurso de este año. Pero ya siento, que luego de todo lo pasado y vivido, lo que menos necesito es defenderme de alguien, estoy conforme y satisfecha de cada uno de los pasos dados y de las decisiones qué he tomado.

El año se acaba y a pesar de lo escrito, me siento mejor que nunca. Estar obligada a centrarme en mí y a escuchar mis discursos internos, fue la mejor terapia. No tener rutinas a las que aferrarme, y ni un puto veinte en la cuenta corriente, me ayudó a no evadirme y a enfrentar mis fantasmas más dolorosos. Qué los “Amigos”, simplemente dejarán de estar y que un abrazo fraterno se transformara en un movimiento de manos a la distancia, me hizo saber quien es quien en mi vida, sin culpas ni remordimientos.

Termino el año con la convicción de sentirme plena, con ganas de hacer de mi vida, de acuerdo con lo que realmente quiero. Con las manos partidas y las uñas cortas después de pasar horas metida en el jardín limpiando malezas, como quien limpia su vida de aquello que ya no le gusta. Pero no sólo saqué maleza, también plante un sin fin de plantas y flores qué ya están brotando.

No hay mejor tarde que aquellas que disfruto sentada en el patio recién regado, mirando como Calvito admira el movimiento del bambú, y como el Coco se agita y patalea dentro de la guata de la Coca, celebrando también el mismo movimiento. Son ese tipo de momentos, los que me han sostenido a lo largo de este año. Son esos momentos de los cuales quiero seguir viviendo a pesar de lo que pueda ocurrir en mi incierto futuro. Ahora, soy capaz de cerrar los ojos y dejar que el viento me despeine sin miedo. Siempre hay tierra que puedo desmalezar y tierra en la cual puedo plantar.

Ya sabes, siempre he pensado que los cierres de año son sólo una excusa, pero hoy es bueno excusarse al igual que el resto, Así qué: Gracias 2005!, Bienvenido 2006!.


Agradecimientos Especiales:

Mamá, Papá, Miguelito, Virginia, Cecilia, Calvito, Coco.
Monique!, Kathy, Carol, Johnny, Francisco, Pato.

martes, diciembre 27, 2005

Cosa de lenguajes

Siempre he sabido que el tiempo lo suaviza todo, de eso nunca he tenido duda alguna. Pero hay cosas que son capaces de sobrevivir a pesar del tiempo transcurrido, aunque el agua bajo el puente haya pasado más de 1 millón de veces, hay gente que seguirá hablando y entendiéndose bajo los mismos códigos a pesar del tiempo transcurrido.

Siguiendo con el tema de las causalidades, el sábado llego mi mamá a mi casa a probarle unas cosas a mi hermano. Ese día era el almuerzo con mi Papá, y mis hermanos, para celebrar la navidad. Mis papas llevan separados más de 10 años y muy pocas veces se han vuelto a ver después de su separación, yo no había tenido la oportunidad de verlos juntos, y admirar sus respectivos despliegues en una situación que se vaticinaba tensa a propósito de la salida de mi hermano menor al decirme: “Nunca había visto a mi madrastra tan de cerca”, y la cara de espanto y de huída que se dibujo en el rostro de mi papá.

Intenté suavizar un poco el ambiente y dio resultado. Llevé al “hijastro” al escritorio y nos pusimos a jugar cubos, mientras mi mamá se acomodaba en el living donde estaba mi papá y el resto de mis hermanos. Por una cosa de espacios, sólo me tuve qué limitar a escuchar gran parte de lo que ocurría, más que a ver lo que acontecía. Y fue realmente extraordinario, como a los pocos minutos ya estaban ambos enfrascados en una charla, tal como si hubiese sido ayer la última vez que se habían visto. Ambos sin siquiera ponerse de acuerdo aconsejaban del mismo modo, ofrecían las mismas sugerencias, y casi parecía que en cierta medida ambos siguieran viendo la vida de aquel modo particular que los mantuvo juntos, por más de 20 años.

Después pude verlos. Mi papá parecía relajado y confortado, y mi mamá con un brillo en los ojos que escasas veces he vuelto a verle en los últimos años. A veces pienso que mi mamá todavía espera que mi papá regrese con sus maletas a su puerta, y a veces también creo que mi papá quisiera poder sentir la seguridad y confort que le da mi mamá. Pero también creo, que ha pasado mucha agua bajo el puente, a pesar de qué los lenguajes sigan siendo los mismos.

Ver a mis papas tranquilos, serenos, y conversadores la tarde del 24 de diciembre, fue el mejor vaticinio de qué sería una linda navidad así como lo fue.

sábado, diciembre 24, 2005

Navidad

No recuerdo el año exacto en qué partieron nuestras puestas en escena como cantantes de villancicos y de los hit de moda cada navidad. Supongo que en parte era gracias a qué mis papas nos incentivaban con creces las habilidades relacionadas con el baile y el canto. Aún a pesar del tiempo transcurrido recordamos como pasábamos largas horas bailando en familia, sin motivo alguno, más que pasar un rato agradable bailando lo que fuera. Nuestra especialidad “Zorba el Griego”.

Cada navidad mis hermanos y yo, establecíamos nuestra parrilla programática y preparábamos con entusiasmo el show de canciones que presentaríamos en navidad. No me acuerdo si nos creíamos artistas, pero de lo qué si estoy segura, es qué carecíamos de pudor alguno, para cantar delante de quien fuera.

El entusiasmo de poder dar un presente hecho por nosotros a nuestros padres era sin duda lo mejor de aquellas fechas. A veces cuándo la navidad la pasábamos en casa de mis abuelos, era doblemente celebrado el acto preparado y pasábamos largo rato cantando todo lo que podíamos para alegrar las fiestas. Lo hicimos hasta bastante grandes, el otro día compartiendo en familia recordamos que la última vez, teníamos entre 18 y 14 años en promedio mis hermanos y yo.

Después ya simplemente lo dejamos de lado y a veces si la ocasión lo ameritaba cantábamos algo si nos lo pedían. Con el tiempo mis papas se separaron y nuestras navidades también cambiaron radicalmente.

Siempre en éstas fechas recordamos la desesperación de mi hermana menor por armar el árbol de pascua los primeros días de diciembre y como casi un año murió de tristeza cuándo en son de broma mi papá le dijo que ese año no habría árbol de navidad. También recordamos unas luces maravillosas que trajo una vez mi mamá y que ahora sería imposible conseguirlas dado qué estaban hechas de fibra y hoy en el mercado eso es carísimo.

Siempre tuvimos muchos regalos y navidades muy divertidas. Eran tiempos felices aquellos. Después pasamos un período en que todo se volvió algo confuso y extraño, y la navidad era un día algo triste y plagado de nostalgias. No porque faltaran regalos o una rica cena, era más bien un sentimiento de qué sólo era un día qué había que celebrar más por obligación que convicción.

Este año en cambio, se vuelve a respirar la misma animosidad de aquellos años de cantos y bailes. Esta la convicción de que es un día importante qué celebrar en familia, y qué hay mucho qué celebrar y por lo cuál dar gracias. Hasta mi papá, particularmente ausente de estás fiestas los últimos años, vendrá a almorzar a casa con mi otro hermano y eso lo hace un día aún más especial.
Supongo qué la llegada de Calvito y la espera del Coco, hacen qué todo huela y se sienta distinto. Qué nos sintamos regocijados y esperanzados en qué comenzarán nuevamente nuestras épocas de cantos y bailes. O quizás sea que finalmente todas nuestras heridas y nostalgias han sido finalmente superadas y curadas.

miércoles, diciembre 21, 2005

De aquellas cosas que no fueron

Era mi último semestre en la universidad, y tomé un curso especial de política y estrategia, que finalmente por tiempo no pude concluir. Por esas causalidades de la vida, igual me llegó la invitación a participar en un seminario en la Academia de Guerra del Ejército. Gracias a la insistencia del Francisco A., finalmente decidí ir al seminario. El grupo de la universidad con el que asistí, exceptuando al Francisco, no era de mi agrado, y de las pocas mujeres que habían, no me relacionaba con ninguna, así que tampoco había con quien charlar.

Al tomar ubicación en el salón y contemplar los alrededores, noté qué alguien me miraba desde la testera de los expositores. Inicialmente no le di mayor importancia al asunto y seguí en mis pajareos hasta que comenzó el seminario. En los intertantos volvía mis ojos a la testera, y ahí estaba el NN mirándome de nuevo.

Ya después de un rato, me terminé por convencer que era a mí a quien miraba y en los intermedios del café las miradas se volvieron cada vez más insistentes. Pero el primer día tenía que irme temprano, así que me fui a mi casa sintiéndome muy halagada y sin indagar quien era el NN de la testera.

El segundo día me miro y sonrió. Y pude saber que era un especialista en poder aéreo del King College de Londres. En el café después de su exposición, se acerco a hablarme e intentamos una charla entre mi tarzanistico ingles y su nulo español, ayudado por una especie de edecán militar qué lo seguía para todos lados.

Para abreviar un poco la historia, lo acompañé a las entrevistas que dio para el mercurio, una revista y a charlar con gente de la embajada y un largo etc. Y concertamos una cita para ese día en la tarde. Lo esperé tal cual me indicó el milico en el hotel militar a las 15:30 hrs. Llegó 15 minutos tarde, y el milico que lo acompañaba me pidió que lo disculpara por el retraso ya qué venía muy acongojado por eso, y que no se había quedado siquiera a terminar el almuerzo que los organizadores le habían preparado a los expositores. Luego de las explicaciones correspondientes, nos fuimos a pasear por Santiago.

Fue una tarde extraordinaria. Tal cuál cenicienta paseando con el príncipe encantado. Luego de eso me dejó en el metro, el regresó a su hotel y yo a mí casa.

En los intertantos de aquellos días pasaron muchas cosas, me invitó a recorrer el sur con él, pero hubo un desfase de tiempos y ya luego sólo supe de él cuando regresó a Inglaterra.

En 3 meses fue un torbellino de cartas, mail. Sin contar que mi “Popularidad” inexistente hasta ese entonces en la universidad, había crecido bastante a propósito de mi salida con el expositor ingles.

Entre nuestras interminables comunicaciones, un día me dice que terminando mi semestre en la universidad me venía a buscar y me invitaba a estar con él en Inglaterra algunos meses, antes de qué yo entrara a trabajar. El iba a EEUU a ver lo de una publicación de un libro conjuntamente con la universidad de Harvard, y le era más sencillo pasar de ahí a Chile a buscarme.

Recuerdo que de primera sólo creí que era un juego, hasta qué los días se acercaban y tuve que tomar una decisión. Una semana antes de conocer a Philip, y de qué todas estás cosas pasaran, conocí a quien después sería mi marido. Y la decisión de aquel entonces fue quedarme en Chile y seguir pololeando con el José Miguel, en vez de postergar la práctica profesional e irme a Inglaterra con el Philip.

De eso ya más de seis años. Philip y yo seguimos siendo grandes amigos y aún queda en el aire esa extraña sensación de lo que podría haber sido mi vida si hubiese en aquel minuto optado por irme con él.

No me hago grandes preguntas al respecto. Fue un tiempo extraordinario y mágico que a veces como hoy vuelvo a recordar gracias a que me escribe y me hace sentir halagada al leer qué aún recuerda mi sonrisa y espera que no la pierda nunca.

martes, diciembre 20, 2005

Un grupo de corderos

Y éramos todos un grupo de corderos. Algunos con más lana encima que otros, pero corderos al fin y al cabo. Algunos iban por lana, otros probablemente saldrían trasquilados.

En general suelo mezclarme con el resto de las personas, conversar, saber si es la primera vez etc. Esta vez, sólo atiné a sentarme en un sillón que había en uno de los costados y escuchar lo que pasaba alrededor.

En la intensa espera, me sobrevino una especie de crisis de pánico. Había una cantidad enorme de gente conociendo y postulando a la universidad y unos no sé, quizás más de 300 postulantes al cargo de fiscalizador. Demasiado, nunca he tenido tolerancia a las aglomeraciones y esta no fue la excepción. Espere a que el grupo que se apiñaba y cuasi empujaba en la puerta avanzará y ahí entré yo.

Segunda crisis de pánico. Supongo que habría quizás más de 450 personas ya instaladas en sus respectivas sillas. Entré me senté en uno de los escasos asientos disponibles, y esperé a que comenzará la prueba. Me demoré 1 hora en responder las 35 preguntas de las 40 del test. Y las estadísticas no son del todo favorables, si contemplamos que quizás más de un 50% de los asistentes, contesto las 40 preguntas sin error alguno. En fin, mañana es el sicológico, si repruebo éste, me vetan la postulación a cualquier cargo del servicio un par de años que no recuerdo cuantos son.

De lo qué pude oír, mucha gente estaba rindiendo la famosa prueba como por segunda vez. Todos con enormes textos de estudio, repasando materias. Me recordó los tétricos exámenes con el Prof. Orellana. Eran un verdadero suplicio, nunca lo qué uno sabía era suficiente. Bueno, no me sorprendería que mi resultado este bajo el promedio. Ya confesé que no estudié nada. Pero encontré la prueba relativamente sencilla, exceptuando los famosos cálculos matemáticos que eran demasiado largos para resolver ahí. He ahí las preguntas que no contesté.

Los examinadores todos con una cara soberbia, pero qué se le cayo en cuanto tuve que decirle que mi apellido era con Z y no con S. Los Corderos nos apilamos lo mejor que pudimos en el enorme salón. Me da la impresión de qué nadie quiso siquiera mirar para el lado, al menos en mis habituales pajareos en medio del desarrollo de las pruebas, no hicieron que mis ojos se cruzaran con los de nadie más.

Ya no tengo miedo, creo que lo más difícil ya lo pasé hoy día. Si no quedo seleccionada al proceso siguiente, tampoco me molesta, no voy a esperar un milagro si no estudie ni como se escribía pico. Debí decir pene ¿cierto?.

lunes, diciembre 19, 2005

Pruebas-Exámenes

Siempre recuerdo que en la universidad me quedaba estudiando hasta tarde. Mi pieza daba al patio y mi hermano con sus amigos solían hacer interminables asados, con la música a todo volumen. Yo sacaba la cabeza hacía fuera y les pedía inicialmente que bajaran el volumen de la radio de forma muy amable, hasta que después siempre yo terminaba gritando: Manga de vagos! y ellos respondiéndome: Amargada!

A mí costado derecho estaba el dormitorio de mi hermana. Ella era la de los festines alimenticios y test sicológicos a la hora de estudiar. Siempre partíamos a la misma hora, ella en su pieza yo en la mía. Yo estudiaba sola, ella estudiaba con la Vero. Entre las pausas las visitaba en su pieza y estaban comiendo alguna cosa y respondiendo esos test de las revistas o los test sicológicos que les pasaba mi mamá. Por lo general, yo concluía (dependiendo de la materia o de la prueba) cerca de las 3 de la mañana, ellas recién comenzaban a repartirse los textos y una dormía mientras la otra estaba despierta (sistema de turnos).

¿A pito de qué estos recuerdos?. Supongo qué es porque este último tiempo me la paso estudiando para pruebas, así como cuando iba a la universidad. A la de mañana voy relativamente empelota de conocimientos. Creo que si hubiese podido, estaría en el fondo del patio en un asado con mi hermano y sus amigos, o bien completando test con mi hermana y su amiga.

Conforme han ido pasando los días, cada vez más pierde sentido la palabra “Intento”, me da una flojera dantesca el sólo pensar en levantarme un par de veces al mes a rendir exámenes, a estar con cara sonriente, a relegar los pensamientos negativos a un espacio tan minúsculo de modo que el psicólogo de turno no sea capaz ni con un radar de dar con ellos.

Me agobia luego de una prueba andar paseándome por la calle sin ganas de venirme a casa y quedarme en lo posible apoyada en un gran edificio un rato, hasta que recupero las fuerzas y soy capaz de llegar a mí casa y seguir con el resto de la rutina diaria.

Ya no me importa una raja, igual me da lata que la gran mayoría empiece a mirarme con esa cara de: No es posible de que no quede en ningún trabajo…
Y aguantar cuál si fuera una segunda e interminable nueva tortura el obligado chequeo al que me someten para ver si alguien puede averiguar que hice mal esta vez, porque esta claro que soy yo quien debe estar haciendo algo mal, como para no encontrar trabajo.

Bueno, esta vez seré honesta…al primero que me someta a análisis le diré: No estudie ni como se escribe pico.. ¿Conforme?. Le diré al psicólogo que tengo una depresión tremenda y qué sólo como dulces todo el día. Así al menos, esta vez tendré certeza total y absoluta de qué fui yo quien lo estropeo todo. En forma conciente… ya que podrá el siempre bien pensado "Pensar", que yo suelo estropearlo todo en forma inconciente.

Esta vez…haré todo en forma conciente. Luego de eso, comeré un helado y me iré al cine. Total no hay porque llegar a casa temprano.

jueves, diciembre 15, 2005

LA GENERACIÓN PERDIDA II.- ¡¡Y nos vamos de Copas!!

Monique y yo nos fuimos de copas hace unos días. Ambas agotadas, y con escasas ganas de hacer nada. El gran plan de la noche ir al cine. De pronto cambio de planes y nos vamos de parranda a las Urracas.

Después del segundo tequila margarita y presa de un estado de euforia medio extraño, Monique me pregunta si nos vamos a otro lado. La verdad es que culpar al alcohol de la toma de la decisión es bien poco digno, así que acerté a decirle: Tira una moneda, si sale cara nos quedamos, si sale sello nos vamos. Veo subir y bajar la moneda, se estrella en la mesa y sale cara. Nos quedamos. Pero después de un lapsus en que no sé que paso, Monique paga la cuenta y me dice, nos vamos al Dublín. Ok… nos vamos al Dublín.

Nunca me agrado eso de pasearse un lugar a otro viendo el ganado. No hago lo que no me gusta que me hagan a mí, es decir, mirar a las personas como un trozo de carne ambulante. (Pero he de confesar que quizás a veces me agrada que me miren con cierto grado de apetencia). Yo no sé si el efecto del trago era muy importante, pero la verdad es que miraba a todos con cara de filete, tapa pecho, pollo ganso, huachalomo etc. Es decir, como viles trozos de carne ambulante.

Seguíamos divirtiéndonos de lo lindo y ya íbamos ambas en el tercer tequila margarita. La risa me sale fácil he de reconocerlo y me puse a mirar para el lado. En menos de una hora, 2 tipos me habían pedido el teléfono y además estaba invitada a bailar. Diablos!. ¿Cómo tan fácil?. Me reía, no por sentirme particularmente exitosa ante la situación, si no ante el pensamiento de cómo a veces conocer gente se puede transformar en todo un deporte. Ante mí ya casi patrón de indecisión de la noche, le pregunto a mi compañera, si acepto o no la propuesta del bailable. A lo qué ella responde sin dudar que si. Y volvemos a las Urracas.

Ahí estaba el calvo y apuesto galán de la invitación esperándome, y yo con la idea de ¿Qué mierda estoy haciendo?, trate de conversar, nos autopresentamos a las respectivas compañías y nos lanzamos a la pista de baile, después de cómo la tercera canción, se empezó a poner cariñoso y bueno, ni por muy mareada que estuviera, no tenía ganas de anotar un gol de media cancha. Así que le dije adios y muchas gracias. Volví donde la Monique y nos cambiamos al lado de música electrónica.

Bailamos hasta las 5:00 de la mañana. Y ya, cuando los pies están pidiendo socorro!! Sáquenme los zapatos!!, nos fuimos. La última “conquista” de la noche, fue un sueco más rayado que muralla de campaña, que no consiguió nada más que bailar un buen rato.

Camino a casa reflexionaba en el deporte de la conquista. Y en el extraordinario relajo que tengo este último tiempo frente al tema. Es una sensación muy gratificante poder disfrutar del flirteo sin esperar anotar nada más que un vals en el carné de baile de la noche, con un apuesto galán y qué sea sólo eso y nada más. Qué todo pueda ser mirar, sonreír y partir.

Y seguimos insistiendo… Postulación Nº 448, y Nº 99 de la lista

Entre qué iba a dar la prueba número xxx (Ya desistí de contarlas), para ingresar a un trabajo, me llamaron de la consultora donde pituteo como digitadora y administrativa, para ofrecerme una pega por $250.000 lucas al mes. Un trabajo de lunes a viernes en horario de oficina. Lejos la mejor oferta que he tenido en este último tiempo. Pero esta vez dije que no podía, porque tenía que ir a dar la dichosa prueba de ingreso al Servicio Civil, y bueno, era lo uno o lo otro.

He aquí donde la embustera esperanza consiguió embaucarme de nuevo. Certeramente me convenció en un par de segundos de decir a la Mariela: No, no puedo ahora, voy a dar una prueba a otro lado.

Iba algo atrasada, corriendo, ocupada en que no se me rompiera una media, o se me cayera la cartera, no hubo mayor tiempo para reflexionar. Y si lo hubo, la traicionera esa, me convenció de rechazar la mejor oferta laboral de los últimos siete meses.

He dado pruebas tontas, pero esta supero con creces cualquier observación al respecto. En total son como 292 personas las que dimos la prueba, para ocupar creo que 20 vacantes. Hay postulando 17 personas del mismo Servicio Civil a la institución. -Me abstendré de los respectivos comentarios-

Fue bueno ver caras familiares, y hasta me sorprendí dando cierta cuota de ánimo a algunos conocidos. La pregunta que circulaba en algunos era ¿Y para qué seguir insistiendo?. Sólo atine a decir qué en mi caso era, para poder acostarme a diario tranquila, y poder decir lo intente, lo intente y seguí intentándolo, por más agotador, angustiante y doloroso que termine siendo cada uno de los procesos de selección en los que he participado estos 7 meses.

Para enviar mi CV a las caras conocidas, saqué de mi cartera un lápiz. Al verlo me dieron ganas de llorar, obvio!, la embustera esperanza ya se había ido y el peso de la realidad me cayo encima de un sopetón. Era un lápiz que me regalaron en Chilectra por gentileza del Jefe, como un agradecimiento por la pega realizada. (Digitadora nocturna)

El lápiz peso más de una tonelada en mi mano, al recordar la llamada de teléfono de hace un rato atrás. Y mi voz diciendo: No, ahora no puedo, voy a dar una prueba. Fue devastador sentir que había tomado una pésima decisión al decirle a la Mariela que no podía ir y optar por una falacia que en definitiva no me provoca más que una enorme frustración que crece día a día. En la vertiginosa carrera para llegar a tiempo a una estupidez, desperdicie la única oportunidad efectiva de pega. Supongo qué eso no es sólo responsabilidad de la embustera, sigue siendo mi cerebro el que procesa de forma incorrecta las ofertas laborales en este último rato.

19 y 20 tengo otras pruebas de ingreso a la Administración Pública. ¿Seguiré intentando?. Probablemente por esos días, la embustera vuelva a visitarme, sólo espero que me abandone, si es que me vuelven a llamar para ofrecerme, las 250 lucas mensuales.

LA GENERACIÓN PERDIDA I.- Mujer soltera busca: Fiesta de los ‘80

El hombre de los ’80: pantalón estilo dockers, polera de piqué con el lagartito, o bien camisa a cuadros con el caballito, zapato tipo mocasín, calcetín de lino. Él, el que baila con el vaso de piscola en la mano, que a penas mueve las caderas y poseedor de una frente en la que no sale sudor. Más bien bajos y con ese encantador estilo kermese de colegio, se ubica en aquellos puntos estratégicos de la sala para visualizar a la dama que tendrá el placer de gozar de su compañía.

Y entonces, luego de admirar la mecánica del recinto, advertir los estilos de baile, de recordar que tenía un tatuaje en la espalda (nadie más al parecer tenía, por como lo miraban) y de decidir bailar con mi amiga al medio de la pista… Lo supe.

Supe entonces que me había contaminado del síndrome: “Rojo; Fama contra Fama”. Virus poderoso que me hace buscar afanosamente chicos con los pelos de colores que movieran escandalosamente la cintura. Busque coreografías amistosas, Busque en la multitud un Nelson Mauri, un chico mezcla de niño hombre, medio musculoso, con harto gimnasio encima. Busque mujeres que no les diera miedo mover el cuerpo, soltar las caderas, bailar entre ellas y reírse de la fiesta.

Busque gente que se mezclara, mujeres que bailaran solas, busque gente estilo Blondie. También busque alguien con un aro por aquí, una mecha rara por allá. Y nada, sólo me es espanto el uniforme de chicos de los ’80. Nadie de negro, nadie muy escotado, nadie muy desordenado, todos correctamente formados.

Y me río sonoramente cuándo me acerco a un chico de camisa de caballito y le pegunto:¿Quieres bailar?, a lo que él responde: ¿De donde nos conocemos?, de ninguna parte le aseguro, sólo es que quiero bailar. Accede pero no puede con eso de qué seamos extraños y empieza una mecánica de monologo y en lo que duran dos canciones sé la mitad de su vida y me presenta a unos amigos. Yo no puedo con tanta información y me escapo con un: Que estés bien!.

Y el pick de la noche lo alcanzo cuando tocan a Pablito Ruíz y su magnifico tema: Oh Mamá!. Si! Me digo en ese instante: Esto es la gloria!!, mientras aparecen imágenes de Candy Candy en la pantalla gigante.

Apuro mi trago con vodka, y le digo a la otra soltera que me acompaña: ¿Nos vamos?. Mi papá siempre me dijo: Hija, váyase siempre en lo mejor de la fiesta, y ya que Pablito Ruiz me había regalado el instante de gloria de la noche, era el momento justo para partir.

Camino al auto me sonrió y digo Monique: Sabes, creo que seguiré soltera. No más fiestas de los ’80. Yo necesito más sudor y menos uniformes en mi cuerpo. Rojo Fama contra Fama, me ha contaminado.

lunes, diciembre 12, 2005

Toma Cachito de Goma!

Siempre me ha gustado mucho esa expresión.

domingo, diciembre 11, 2005

FRAGMENTOS

I

Anda! Se valiente y grítale en su cara: Muérete maldito hijo de puta!.
Pero he de reconocer que el respeto por su madre, trabo mi lengua y me impidió proferirle el insulto.

Desde entonces cada vez que lo veo pasar a mi lado, simplemente le pregunto: ¿Cómo esta su madre?. A lo que él siempre responde, con un dejo de duda: Muy bien gracias.

¿Cuánto habrá que esperar a que la distinguida dama pase a mejor vida?.
-Quizás sería más juicioso ampliar mi conocimiento de insultos. –
Esperar a que tan distinguida dama perezca, me esta pareciendo demasiado extenuante.

II

Confieso que una vez estuve a punto de tirármelo. Lo estuve acosando a lo largo del trayecto del ascensor, lo atrinque firme contra el fondo y le dije: A ver, muéstrame que tan hombre eres!!!. Sácate esa pija del pantalón y métemela con fuerza. Me miró sobresaltado y sus ojos negros crecían a medida que mi mano le sobajeaba el miembro frenéticamente.

El ascensor llego al primer piso y se detuvo. Antes de salir corriendo me grito: Eres mala! Una sonora carcajada asomo por mi boca, levante mis hombros en son de afirmación y le respondí: Así dicen.


III

-El les dijo a todos que yo era una puta. -

Llegue a trabajar, con una falda bien corta y su buen escote, sin dejar casi nada a la imaginación. Iba vestida como salida de un toples, con los labios bien pintados, las uñas rojas y mascando chicle.

Cuando me vieron llegar nadie dijo nada, cada quien ocupo su lugar habitual y comenzó la reunión. De pronto Martínez no se aguanto más, y como nunca ha podido controlar su esfínter, le guiño el ojo al del manoseo en el ascensor y le dijo: Parece que hoy día te toca de nuevo y todos se largaron a reír.

De paso me reí yo también, y bastante más fuerte. Y grite a toda boca: No Martínez, hoy me toca con tú Sra. La verdad es que ya ambas nos aburrimos de las tulas chicas como la tuya y como la del que manosee en el ascensor.

¿Les gustaría ver como agito despacio mi lengua por la entre pierna de la Sra. de Martínez?. Saco mi lengua y la deslizo suave por mi boca y emito un suave gemido…unmmm se siente exquisito, además ella gime como una bestia, así como a mi me gusta.
Hice un globo gigante, tomé mis cosas y me largué.

-Ahora soy puta y lesbiana-
-Ya falta muy poco para construir un prontuario-